Cada febrero el MOMA de Nueva York convoca un concurso de arquitectura para construir en su sede de Queens, desde junio hasta septiembre, un pabellón efímero para acoger una serie de performances relacionados con la música de vanguardia. Este año el arquitecto seleccionado ha sido el español Andrés Jaque. Andrés es un arquitecto con un progresivo y enorme prestigio a nivel internacional. Ganó el León de Plata de la Bienal de Venecia el pasado julio 2014 y participó con gran éxito en la anterior de 2012. Actualmente comparte su vida entre Madrid y Nueva York donde enseña en Princeton y Columbia. Anteriormente, durante tres años, Andrés Jaque fue uno de los grandes profesores que ha impartido clase entre nosotros en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alicante.

Conocíamos el proyecto desde que ganó el concurso, y de hecho la maqueta previa se hizo entre Alicante y Murcia, pero asistir en NY a la inauguración el 24 de junio para ver cómo se ponía en marcha Cosmo, que así se llama el proyecto, ha sido algo extraordinario. Una de esas oportunidades irrepetibles para ver por dónde transcurre la arquitectura contemporánea. Cosmo es una construcción que trata de explicar nuestro compromiso con el agua mediante una pequeña infraestructura capaz de depurar un cantidad determinada de litros del agua contaminada del rio Hudson. En torno a esta idea, Andrés Jaque despliega un ensamblaje de pequeños elementos de tecnología de uso cotidiano, doméstico, a base de bridas de plástico, conductos transparente, bolsas de plástico, bidones llenos de algas y peces, todo ello desmontable, y colocado en torno a dos pequeñas estructuras metálicas que muestran el circular del agua contaminada y el proceso de depuración mediante las algas. A medida que esa descontaminación avanza se activan unos indicadores de colores y la estructura se convierte en la escenografía del proceso. Tanto los elementos de esa arquitectura como la manera de pensarla están más cerca del compromiso político de la economía de la escasez que de los materiales y las formas con los que se está pensando una arquitectura de una falsa e innecesaria tecnología. Todo en Cosmo tiene ese carácter festivo y divertido que hace de la arquitectura algo performativo, asequible, cercano. De hecho el video del concurso explica también cómo a nivel doméstico se puede acceder a esta tecnología.

Y es precisamente esa arquitectura viva, bizarra y exuberante, la que se aleja intencionadamente de esa seriedad tan majestuosa, tan peripatética, tan convencionalmente moderna de muchas arquitecturas recientes. Es esa arquitectura, amable, cercana y divertida, una arquitectura que aparece como instrumento para evaluar nuestro buen vivir, que hace comunidad y que a su vez forma parte de ella, la que representa de un modo visible y transparente nuestros compromisos medio ambientales con la naturaleza, la única que tiene esta condición de ser a la vez testigo de la contemporaneidad y de las condiciones políticas que la rodean, y ser a la vez legado, algo que no solo deja para el futuro una entidad física hermosa, sino la sabiduría colectiva que esa arquitectura ha incorporado en su construcción.

Que la arquitectura mida algo, litros de agua depurada en este caso, y que haga de esa utilidad una demostración de trasparencia y accesibilidad para explicar una relación distinta de esa arquitectura entre lo sensible y lo cognitivo, creo que hacen de Cosmo no ya una obra de arte, que lo es, sino un indicador de una nueva arquitectura con la que por ejemplo, la Escuela de Arquitectura de Alicante ,se halla especialmente comprometida.