La semana pasada escribía indignada sobre los padres que matan a sus hijos con el propósito de dañar a la madre utilizando sus vidas para conseguir su fin. Estos días saltaba en los medios otra desagradable noticia difícil de digerir, la del caso de Toledo, madre que asesina a bebé de tres meses. Aunque sólo tengo conocimiento de la información publicada, ya empieza una cuestión a llamar mi atención. Observo que cuando se trata de padres asesinos los titulares de las noticias se centran con cifras, es decir, se nos informa de que ya van catorce niños muertos en manos de sus padres en lo que va de año. Sin embargo, no veo titulares, a pesar de los casos existentes, que los hay, donde se diga ya van tantos casos de menores asesinados por sus madres. Del mismo modo que no se ven estadísticas publicadas de los casos que hay de mujeres que han matado a sus maridos o ejercen la violencia sobre ellos. Y las hay para todos los gustos, lo envenenan, lo acuchillan, le cortan los miembros... y consiguen su fin: ser viuda y deshacerse de lo que estorba. ¿Acaso para esto no existen las cifras? Si atacamos la violencia machista, debemos de ser justos, estos casos también son para sensibilizarnos con la misma intensidad. ¿Acaso no son tan importantes las estadísticas cuando la mujer es la agresora? Estoy de acuerdo en que a diferencia de que cuando un padre asesina a sus hijos, que lo hace por causar un dolor sobre la víctima real que es la madre, las madres que asesinan a sus hijos lo hacen como una acción claramente patológica. Sírvase como ejemplo el caso de la madre que asesina a su bebé de tres meses en Toledo esta semana. Lo hace en una iglesia, en un cementerio. Grita que tiene al demonio dentro. Es una mujer de la que se afirma tiene conductas raras y está en tratamiento psiquiátrico. Me atrevo, sin ánimo de meterme en terreno profesional de médicos y psicólogos, a afirmar que podríamos estar ante un caso de psicosis esquizofrénica, igual que la podría tener un hombre. En esta patología tiene lugar una absoluta desconexión de la realidad. La persona no es dueña ni de su conducta ni de su voluntad. Generalmente son personas con conducta autista, ensimismada y fuera de la verdad, por lo que el móvil es con motivo de una patología, no por violencia de género.

Vamos a ver, una cosa es inevitable y que del mismo modo que hay madres que están sufriendo patologías, hay padres que las sufren, por lo que no todos los casos en los que los padres privan de la vida a sus hijos son el móvil de causar un daño en la madre, es decir, violencia de género. El mundo está al revés. Debemos prevenir todo tipo de violencia, no sólo la de género. Todo lo que sea violencia.

Sin embargo, dicho lo anterior y a pesar de todo, estamos ante conductas de suma gravedad y con dramáticas consecuencias. ¿Qué hacemos para evitarlo? Me gustaría tener estadísticas delictuales de infanticidios cometidos por la madre. Se tiende a mirar hacia otro lado como si no fuera con nosotros. No hay estadísticas, no hay cifras, al menos en los titulares de estas noticias. ¿Por qué no se invierte más en acciones preventivas? Me pregunto si con estos temas no pasará lo mismo que con los suicidios: ¿por qué no se publican las cifras o las estadísticas? ¿No sería mejor solución que conociéramos datos y se trabajara en la prevención? ¿Por qué se ocultan, por qué se silencian? ¿No sería más beneficioso tomar contacto con la cruel realidad?

Volviendo al fondo del tema que tratábamos, considero que es necesaria con carácter de extrema urgencia una acción médica, social y preventiva. Desde servicios sociales, hasta profesionales médicos y departamentos de salud mental. Es necesario que la Conselleria de Sanidad se implique en profundidad y empiece a trabajar más por tratar estas cosas. Esto debe de estar vigilado desde los centros de salud. No valen sólo las medidas de seguridad post delictuales. Hay que prevenir. Un delito como el de una madre o padre que asesina a su hijo por estar enfermo, no son ellos sólo los responsables, en cierto modo hay quien culpa a la sociedad. Creo que una posible solución podría ser crear un organismo a los efectos de controlar y vigilar estos estados de riesgos, es decir, donde se da una enfermedad mental con hijos de por medio. ¿Quién tiene la culpa?