Decimos que algo está vivo si es capaz de nacer, crecer, generar nueva vida y morir. Usted es un ser vivo, pero único, en la medida en que no hay otro igual. Sabe que ello se debe a que recibió de su padre y de su madre una carga genética del núcleo de sus células que se combinó y generó la suya, que le es propia. Sus genes han influido en su altura, color de piel, inteligencia, etc. Ni los gemelos desarrollados en una bolsa única, (univitelinos), son idénticos, aunque se parecen bastante. Está de moda hablar del «genoma humano». Son tipos de ácido desoxirribonucleico contenidos en los núcleos o centro de nuestras células. Se intenta conocer entre otras cosas para evitar o tratar de eliminar genes que impliquen enfermedades. Pues bien, no hay un genoma humano, hay millones de genomas, todos y cada uno de los que los humanos tenemos.

Para que usted naciera su padre debió hacer el amor con su madre en un momento en que ella era fértil, lo que sucede pocos días al mes. Pero también sucedió eso para que su padre o su madre nacieran (cuando hicieron el amor sus abuelos), y así hasta retroceder al mono, y luego del mono hacia atrás, ya que según la aceptada teoría de la evolución de las especies de Darwin todos procedemos de seres más primitivos. Imagínese cuántas infinitas casualidades debieron darse para que usted naciera.

Además Ud. vio la luz porque fue posible que una célula muy pequeña, el espermatozoide de su padre, sólo uno y compitiendo con otros millones pudo ascender a través de la vagina de su madre. Sería como para un humano recorrer muchos kilómetros, allí encontrar y fecundar un óvulo de ella, una célula infinitamente mayor. Y Ud. es como es porque fue ese espermatozoide y no otro. Vea si le tocó la lotería.

De esa unión se originó el huevo; su primera célula, la que hacía de Ud. un nuevo ser. Ese huevo empezó luego a dividirse de forma frenética: Cuando nació lo había hecho 42 veces y Ud ya tenía 10 billones de células. Es increíble pero de esa única célula del huevo se fueron originando otras distintas, con formas y funciones diversas: unas eran músculo, otras estómago, otras hueso?. Esto sucedió mientras Ud. seguía en el útero de su madre, que le proporcionaba los nutrientes que precisaba durante nueve meses. Fíjese que maravilla, usted necesitaba respirar, de hecho todos los humanos lo hacemos, tomamos el oxígeno del aire por los pulmones y lo trasladamos a la sangre para que lo lleve a los diferentes órganos. En ellos las células lo usan para quemar los alimentos que hemos comido y obtener energía. Estando usted en el útero no contactaba con el exterior y el oxígeno le llegaba a través de la placenta, era menos del que tienen los que viven fuera del útero, pero Ud. se adaptó y siguió creciendo.

Y todo fue bien. A los nueve meses (y ese reloj es lo habitual para todos) nació. Su cuerpo, su cabeza, que era grande fue lo suficientemente elástica para poder hallar la luz atravesando un canal estrecho, el aparato genital de su madre, que, aunque estrecho, era elástico y le dejo pasar.

Luego vino la infancia, Ud era débil, no podía ser autosuficiente y durante años requirió cuidados y soporte familiar. En ese periodo no sólo comió y creció sino que aprendió a andar, a hablar, a sonreír, a llorar, a amar. Más tarde se desarrolló aún más y fue autónomo. Su cuerpo era capaz, a su vez, de generar una nueva vida.

Dicen que la vida está llena de misterios; le cuento uno: Sepa que cuando nació su cuerpo estaba programado para morir. Es posible que nazcamos por casualidad pero es seguro que lo hacemos sin libro de instrucciones para conducir nuestra vida, sin garantía de que no nos estropearemos pronto, pero siempre con fecha de caducidad. En ocasiones ese proyecto vital no se alcanza porque en nuestro camino se cruza un accidente: de automóvil, una bacteria, una bala, un veneno y morimos antes.

Sin entrar si su vida es o no un milagro piense que entre las miles de galaxias conocidas ninguna posibilita una vida semejante a la que poseemos. De los muchísimos planetas de nuestra galaxia sólo la Tierra reúne condiciones adecuadas para vivir. Seguro que alguna vez, al contemplar la majestuosidad de una montaña Ud. se ha sentido pequeño. Y así es. En tamaño somos una insignificancia. Piense luego que las dos terceras partes de nuestro planeta son agua y los humanos aunque la necesitamos no podemos vivir en ella, ni en los hielos, en el desierto o a grandes alturas. Nuestro hábitat es muy limitado. Pero aun así vivimos millones de humanos.

No me diga que no es maravilloso. Ud. es un privilegiado. Ha nacido y puede desarrollar su proyecto vital. No es un mono o una araña. Nacer es tener posibilidades. Ud. es capaz de ver, oír, relacionarse, apreciar la belleza, es decir, no solo ve, es capaz de integrar lo que ve, valorarlo, sentir el amor, el dolor o la tristeza. También crear y utiliza lo que es nuestra cultura: el lenguaje, usa y fabrica instrumentos, tiene habilidades o capacidades. Hasta hace poco ser de raza blanca se consideraba un gran privilegio, como lo era ser europeo. Además vive usted en España y no ha conocido la guerra, lo que, permítame que le diga, a pesar de todo es un lujo. Así pues, ¡enhorabuena!

Después de lo comentado quizá lo más importante no es decidir si el estar vivo es o no un milagro, sino ser consciente de la suerte que tenemos al estar vivos. Sepa también que ha de morir, de forma tan natural como ha nacido. De ello hablaremos otro día, pero, por favor seleccione sus prioridades, no deje que el ambiente o los problemas le puedan. Viva el presente y gobierne su maravillosa vida.