Gobernar o someterse. Un gobierno debe asumir las responsabilidades que tiene el poder ejecutivo y aunar el poder político para ayudar a la sociedad. No me refiero al Estado que no es lo mismo que gobierno. Un refrán muy sabio afirma que ilusiones y jorobas no hay médico que las cure. Se terminó por ahora el tiempo de las mayorías absolutas. Rajoy podrá gobernar como podrá gobernar Pedro Sánchez, pero tienen que hacerlo necesariamente apoyándose en otro partido. He ahí el dilema. Curiosamente, hay algunas preguntas a las que responder: ¿Estaría dispuesto Ciudadanos con su 15% de votantes -que va creciendo cada día- a apoyar para que gobierne un partido u otro con un gran número de imputados por corrupción a lo largo y ancho de la geografía española? ¿Será capaz Ciudadanos de afrontar el desgaste que le produciría apoyar o entrar en un gobierno de esas características? ¿Podrá el PP afrontar la rebelión interna de tantos como se quedarán en la calle y sin un cargo? Entre tanto, la Comunidad Valenciana está callada porque esperan las listas y los cargos después de las elecciones generales y los que aspiran a ganar un cargo actúan desesperados y dejándose la piel, organizando actividades para dar muestras ante los superiores de lo capaces que son de generar relaciones que se pueden traducir en votos. No lo critico, es un modo de promocionarse. La situación actual da la razón a aquel que decía que el poder no desgasta, lo que desgasta es estar en la oposición. Entre tanto, buenas intenciones que quedarán en un programa electoral como la de que Rajoy asume la proximidad de una reforma de la Constitución. No creo en absoluto que podamos tener el consenso necesario como lo hubo en el periodo constituyente.

En una situación similar se encuentra el PSOE. Pedro Sánchez es un líder débil al que se le nota que ni diciendo que va a ganar las elecciones manifiesta convicción con lo que afirma. Las desiguales facciones socialistas están esperando para machacarlo si se produce la imposibilidad de gobernar, tal y como se veía venir. Parece que buscar un líder por guapo no significa por fuerte. Ni el fichaje de Irene Lozano, que ya anda enseñando los dientes, defenestrada de UPyD y contestada por los militantes, ni el fichaje de la comandante Zaira Cantero, jubilada del Ejército por acoso, han conseguido levantar las expectativas de voto.

Entre tanto lío político surge un nuevo personaje, el general Rodríguez, que deja de ser militar de los que juran bandera. Juro la bandera con escudo de España, con promesa de lealtad y dar su vida por ella. De pronto se hace político de un partido con una la bandera de matices diferentes. Es un partido legal, no lo critico, pero no me parece apropiado para un general del Ejército. Con este señor se augura un buen perfil político, seguramente el más deseado por los ciudadanos. Entre pasillos se rumoreaba que como militar no se esforzaba y que prefería el buen sillón de un despacho. El señor en sí promete en su futuro ejercicio como político y ya habla de saltarse la ley cuando dice que el problema de Cataluña se soluciona con política y no con la ley.

Si esto lo dice un comandante, ¿qué piensan los militares que cumplen con su deber todos los días de un general con estrellas que olvida su juramento de bandera?

Hay preparado un buen lío. Si ya navegamos sobre turbulencias políticas, se acercan periodos mucho más turbulentos. Se impone aprender a hilar muy fino. ¿Van a estar nuestros líderes a la altura necesaria para conseguirlo?