Se va uno de vacaciones cansado y hastiado y llega hecho un fofisano. Expresión nueva que refleja el estado de mi barriga, de mi aspecto, y de la felicidad. Andaba ya uno deprimido de tanto cuerpo perfecto y me recupera para el mercado el hecho de saber que la barriguita feliz es la nueva moda. ¡Cómo cambiamos para no cambiar nada!

Es como lo de la política nacional. Hay que ver lo que nos dijeron los del PP, a los de Ciudadanos, cuando pactamos con el PSOE. Hay que ver lo que nos han dicho los del PSOE, a los de Ciudadanos, cuando hemos pactado con el PP. ¡Mecachis! Pero, ¿no era eso de que los ciudadanos nos habían mandatado a pactar? ¿No era eso de que pactar significa renunciar a algunos de tus planteamientos para llegar a los puntos comunes con los que no piensan exactamente como tú?

Se quejaba la gente de que antes sólo votábamos una vez cada cuatro años, y ahora se queja de que hemos votado dos veces en un año. Y espero que no se les ocurra llevarnos a unas terceras elecciones. Pero para no llegar a eso, convendría tener más fofisanos entre el gentío político. Todos tan apuestos y creyéndose los mejores cuerpos, y las mejores mentes, no consiguen llegar a un acuerdo nacional.

La política no es eso. Que no le cuenten milongas. Estamos así porque tenemos algunos de los líderes políticos más insuficientes desde que llegó la democracia. Nadie quiere apearse de su verdad, como bien sectarios que son. Y la gente, el gentío, el populacho, está empezando a reclamar que no cobren un puto duro hasta que tengamos un Gobierno. No está mal la solución. Les aseguro que en menos de una nómina, o sea, un mes, tendríamos un gobierno al que escupir y ladrar de nuevo. Porque los políticos tienen que pagar sus recibos como los demás, y les aseguro que saldrían corriendo a una mesa de negociación tan pronto se les comunicase que la próxima nómina no la cobran. Ni programa, programa, programa. Ni no es no. Tú le quitas la mamandurria a todos, y todos se ponen de acuerdo.

Vi el debate con gran interés, por eso me dormí varias veces. No obstante a uno que le guste el folclore barato se habrá puesto las botas viendo a ese Pablito Iglesias, puño en alto, como en los viejos tiempos del comunismo atroz, para reivindicar a la gente. ¡Joder qué cansino se pone! La gente, para estos nuevos pelagatos, son los que los han votado a ellos. No hay cojones de decirle a este que ya está bien de insultar a Adolfo Suárez, y a toda la gente que se dejó la vida porque en este país se dirimiesen las disputas de manera educada y constitucionalmente. Con los derechos de todos, no de los que te han votado. Esa retórica baratucha de un personaje sin igual, interesa que se vea mucho. Cuanto más actúen en esa escenografía que han traído, propia de circo de barrio, más se caerán en votos. Nada hay más demoledor que traer, día sí, día también, el franquismo a escena. A los tuyos, que cada vez son menos, los pones cachondos. Y a muchos más los haces ir al Wikipedia para saber de qué etapa de la historia de la humanidad estás hablando.

Uno, que soy yo, me engancho a esos discursos populistas de tres al cuarto, porque me parecen como el que observa un animal en extinción. Anacrónico, violento, incoherente, con gesticulaciones de autodefensa, en fin, un cuadro. Me pregunté qué tipo de Gobierno puede sostener una caterva de estos maquiavélicos profes. Y, sobre todo, me pregunté por qué la gente les vota. Y encontré respuesta a la segunda pregunta, pero no a la primera. La segunda se me antoja fácil. Con un Presidente de Gobierno de un PP que ha robado a espuertas y que no rectifica a no ser que lo obliguen los pactos, el caldo de cultivo del populismo estaba cantado. Tan pronto descubran los del PP que hay vida después Rajoy, se desinflará el puño en alto. Mientras, el más fofisano parece Rajoy. Y como está de moda, la gente lo vota más. Rajoy e Iglesias son perfectamente antagónicos. Pero se necesitan más que nunca. Un día no estarán. Y los fofisanos pasaremos a mejor vida. Sin Gobierno somos el hazmerreír de Europa. Poneos de acuerdo, cojones.