Ahí están, tan altas, tan tiesas, tan cilíndricas. Ahí están como diciendo: «A ver si de una vez nos rodeáis de verde, de juegos, de parques, de cultura y de vida».

Las chimeneas de Benalúa sur no se pueden creer que estando frente al mar, en una de las entradas de la ciudad, siendo en sí mismas un hito y no costando nada al contribuyente, estén olvidadas.

Ellas que fueron nada más y nada menos que las construcciones más altas, que por ellas salió el humo de hornadas y hornadas de cerámica para construir la ciudad y para construir otras, ellas que son el recuerdo de aquella industria que tuvo la periferia de Alicante como confluencia de barcos y trenes, ellas que han visto desde arriba cómo avanzaban las casas hasta rodearlas, ellas que fueron hechas de ladrillo y que su buena base de ingeniería las ha mantenido en su sitio, ellas, además, cumplen 100 años en el 2023 y les gustaría estar arregladas para la ocasión. Tal vez bastaría con, de momento, protegerlas con vallas o similar.

Ellas ven ahora cómo pintan y ensucian su base unos con sprays y cómo, aunque digamos que las queremos, realmente las ignoramos.

Tal vez lo que se piensa es que sería mejor tirarlas al suelo y crear un espacio nuevo a lo mejor con algún invento para atraer a la gente, un acuario carísimo, una escultura absurda, o ¿por qué no?, un par de chimeneas bien altas...