El cuatripartito de San Vicente del Raspeig es un polvorín. No hay semana que nuestro municipio no sea noticia. Un día por los enfrentamientos internos entre los cuatro partidos que intentan gobernar el Ayuntamiento; otro por su incapacidad para gestionar el día a día de nuestra localidad; y el siguiente por la retirada de competencias a concejales del equipo de Gobierno. Ya van dos ceses en apenas año y medio.

San Vicente, con una población de más de 56.000 habitantes, no puede llevar meses sin contratos como el de la grúa, la megafonía, los uniformes de la Policía Local o el mantenimiento de las fuentes y el alumbrado público. Y cada día son más las zonas con farolas apagadas.

Tampoco las asociaciones tienen por qué sufrir la falta de planificación de un cuatripartito que paga las subvenciones con retraso, que pierde ayudas para contratar desempleados por no pedirlas, que está más pendiente de la foto que de la limpieza de las calles, que reduce las ayudas de Emergencia Social o que elimina cursos de formación para jóvenes.

El cuatripartito está creando problemas donde no los había. Asuntos que nunca habían sido motivo de conflicto se convierten, de repente, en graves problemas que además son incapaces de resolver. Falta previsión, falta eficiencia en la gestión y falta coordinación por parte de un alcalde que, no lo olvidemos, es el máximo responsable de un equipo de Gobierno que ni es equipo ni gobierna.

Desde el grupo municipal del Partido Popular venimos denunciando esta situación, cumpliendo con nuestra obligación de fiscalizar y controlar la gestión del cuatripartito. Pero también tenemos claro que los vecinos nos piden que trabajemos en positivo, que hagamos propuestas y que tratemos de llegar a acuerdos con el resto de partidos.

Por eso hemos llevado propuestas pensando en las personas, como tener una ambulancia los fines de semana en la Ciudad Deportiva, mejorar la iluminación de calles y parques, instalar más desfibriladores o rebajar las tarifas del parking del Ayuntamiento. También hemos defendido que se envíen las pegatinas a los dueños de vados que sí pagan la tasa, que se mantenga el proyecto de prolongar el TRAM o que se ponga en marcha el Archivo Municipal.

Controlar, fiscalizar y también proponer. No encontrarán al Partido Popular en el «no» por sistema. El «no es no» es cosa de otros. Lo hemos demostrado apoyando la petición de fondos europeos para la regeneración urbana de la zona oeste de San Vicente, a pesar de que el cuatripartito ha presentado el proyecto tarde y mal.

Y lo hemos demostrado con una actitud responsable ante los presupuestos, ya que parece que por fin el cuatripartito ha entendido la importancia de la inversión para crear empleo y bienestar. A nosotros nos hubiera gustado contar con ese respaldo por parte de los grupos que estaban años atrás en la oposición, en momentos en los que el PP elaboró presupuestos muy ambiciosos y que lograron transformar esta ciudad. No lo hicieron.

La RAE define polvorín como una «situación que por su conflictividad puede estallar en cualquier momento». Estalle o no, lo cierto es que vivimos tiempos demasiado convulsos en el Ayuntamiento. San Vicente no se merece que se hable más de los problemas internos de los partidos que de las verdaderas preocupaciones de la gente. ¿Es esto la nueva política? ¿Es esto el cambio? Entre tanta polvareda, el Partido Popular es a día de hoy la única referencia en la oposición en la doble tarea de fiscalizar al cuatripartito y de hacer propuestas en positivo. Desde la humildad, el trabajo y la honradez, pero también desde la convicción de que, con nuestros aciertos y equivocaciones, seguimos teniendo un proyecto para San Vicente.