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Máxima alerta

Estamos sobre aviso. Los montes de la provincia ofrecen el escenario perfecto para que el infierno de los incendios forestales irrumpa de nuevo este verano sobre la orografía alicantina: Eclosión de la vegetación en invierno por las lluvias que, tras cuatro meses sin una gota, se ha acumulado completamente seca y árboles caídos por el efecto de los temporales de nieve y viento sufridos. Seguramente conscientes de esta situación, los servicios de emergencias de la Generalitat han reforzado los medios de extinción ante la situación de alerta máxima en la que nos encontramos y que, de seguir el tórrido calor, irá in crescendo a medida que vaya transcurriendo el estío. Unas previsiones que incluyen medios técnicos, humanos y un incremento de las dotaciones presupuestarias, con el objetivo de evitar episodios como el de Granadella en Xàbia, del pasado verano o la tragedia vivida en la Torre de les Maçanes, hace unos años. Pero quizá haya faltado una actuación constante a lo largo de los últimos meses, con labores de mantenimiento, que hubieran retirado de los montes todo ese material seco que se ha ido acumulando hasta convertir muchas zonas en una auténtica bomba de relojería. Con este escenario, también es fundamental la concienciación ciudadana para evitar que una negligencia humana sea la que encienda la mecha y provoque un sufrimiento tan impresionante como el que desgraciadamente está viviendo Portugal durante estos últimos días.

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