A raíz del debate que hace pocas semanas tuvo lugar en la Sede Universitaria sobre la EDUSI, «Un proyecto de regeneración urbana para Alicante», varios participantes me comentaron días después su interés por la propuesta que allí expliqué para que desde el Ayuntamiento y desde proyectos de esta naturaleza se apoye la generación, el aprovechamiento y el fortalecimiento de capacidades locales, entendiendo que el desarrollo de las mismas pretende entender y abordar las particularidades de cada grupo humano, desde el mejor conocimiento y reconocimiento de los actores involucrados en distintas escalas, con la finalidad de construir sociedades más fuertes e inclusivas.

No creo que estemos ante un tema menor, por la importancia que tiene para impulsar redes, personas, conocimiento y, por qué no decirlo también, empleo en nuestra propia ciudad. Al mismo tiempo, se utiliza y se pone al servicio de la población experiencia y formación por parte de personas que conocen de primera mano cuestiones muy precisas sobre las que llevan trabajando desde hace tiempo. Tampoco podemos olvidar la relevancia que ofrece la construcción de capacidades locales a la hora de generar una mayor pertenencia a los barrios y a las ciudades. Y por último, instituciones como la Comisión Europea están apostando con fuerza para que las ciudades impulsen capacidades, medios, personal y recursos propios que se construyan y reconstruyan al servicio de la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Con mayor motivo en estrategias y acciones como la EDUSI (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado) financiada con fondos europeos, que apuestan decididamente por la sostenibilidad.

El desarrollo de capacidades consiste en aprovechar al máximo todo el conocimiento, las potencialidades y herramientas que han adquirido las personas y grupos con la finalidad de ponerlas a disposición de la mejora de sus condiciones de vida. En palabras del premio Nobel de Economía Amartya Sen, se trataría de «estimular el capital humano vinculado a la generación de conocimientos y habilidades, puestas en práctica en el ámbito de la actividad económica y las capacidades humanas para posibilitar que las personas sean agentes de cambio social». Estos cambios pueden producirse en diferentes niveles, de distintas maneras y con grupos destinatarios diversos. El desarrollo de capacidades destaca por ser un enfoque en el que conviven tres elementos que lo vertebran: un entorno favorable que permita aprovechar todo el conocimiento acumulado, las personas y organizaciones que trabajan en un espacio concreto, así como una estrategia capaz de rentabilizar y aplicar todo ese potencial. También la filósofa Martha Nussbaum ha trabajado en una identificación del llamado enfoque de capacidades, que permita lo que denomina como «el hacer y el ser»de las personas, siendo una dimensión más de su libertad.

El espacio local es receptor e impulsor de estas transformaciones, alimentándose de dinámicas muy enriquecedoras que surgen de la convivencia y del conocimiento directo del medio a través del trabajo de personas y organizaciones en las ciudades y en los propios barrios. Ahí es donde surgen grupos, asociaciones, entidades que de manera precisa identifican sectores y problemáticas que requieren de su apoyo, generando programas, intervenciones, proyectos más o menos espontáneos, que con el paso del tiempo en algunos casos pueden incluso dar el salto a los sectores formales, contando para ello con apoyo y financiación para estabilizar a los equipos humanos que desempeñan estos trabajos. ¿Quién conoce mejor los barrios de Alicante que aquellas personas y grupos que llevan trabajando en ellos desde hace años?

Sin embargo, el desarrollo de capacidades locales no se debe confundir con un falso localismo o clientelismo, que tanto daño ha hecho por estas tierras. Muy al contrario, esa aparente facilidad para intervenir en espacios locales concretos suele ser, con frecuencia, más difícil de lo que parece, no bastando con las buenas intenciones, exigiendo, por el contrario, de conocimientos técnicos especializados. Por ello, es también necesario que las autoridades locales desplieguen mecanismos de formación altamente cualificada para aquellas personas y grupos que intervienen de manera continuada en barrios y municipios, acumulando así una experiencia cada vez más valiosa.

Dicho todo esto, creo que desde los ayuntamientos se debería promover al máximo esta generación de capacidades locales en aquellas áreas en las que existen personas y grupos que pueden aportar, de manera enriquecedora, su experiencia y su trabajo, contribuyendo a generar un cambio en la mejora de la calidad de vida de la población. Es algo que desde las políticas de ayuda al desarrollo se viene haciendo hace tiempo en los países empobrecidos, por lo que también debemos impulsarlo en espacios más cercanos, como nuestras ciudades y barrios. Y con mayor motivo cuando se cuenta para ello con fondos y recursos europeos que incluyen, entre sus criterios prioritarios, la utilización y el apoyo de capacidades locales en los proyectos que promueven.

Precisamente, en la capacidad de transformación de las ciudades residen potencialidades que es importante aprovechar adecuadamente, como protagonistas de la planificación, construcción y gestión de su propio futuro. ¿Tan difícil es entenderlo? Pues parece que para algunos concejales, sí.