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Rufián Espada

Escribía Íñigo F. Lomana que «hemos visto como se ha ido desarrollando en nuestra prensa un estilo que amenaza con convertirse en canónico, caracterizado por la virilidad y la rimbombancia», que bautizó como «prosa cipotuda». Un buen ejemplo de este estilo es el artículo que publicó recientemente el diario El Mundo, en su blog, del opinador, escritor y tertuliano, padre de Ciudadanos, Arcadi Espada, titulado «Aznar, sin complejos». Un artículo que elogia a un Aznar y su actuación en la Comisión de Investigación sobre la financiación ilegal del Partido Popular y que desencadenó la comparecencia del expresidente. De eso nada que decir, cada uno elige a quien admira y elogia. Pero pregunta Espada a Gabriel Rufián, en relación con el interrogatorio al que sometió al expresidente del Gobierno, que «la polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela, de un golpe o por tiempos». Parece, a juzgar por lo que escribe, que a Arcadi Espada no le gustó el que diputado de ERC preguntara al compareciente. No parece por la respuesta del propio Rufián en twitter, «de un golpe, Arcadi», que le haya molestado excesivamente, lo que nos da una idea de cómo es cada uno de estos personajes. Lo que nos debería molestar a todos es el uso de la orientación sexual para el insulto, el desprecio o el rechazo a las personas. No hay excusa para llamar «mariconazo» a nadie, ni verbal ni por escrito. Un exceso de testosterona que viene a consolidar una forma más de discriminación, habitual por otro lado en determinados círculos sociales. La expresión, profundamente homófoba, ya ha sido denunciada por algunas organizaciones, que consideran que es totalmente inapropiada y de una gran violencia gratuita. Uno podría pensar que Arcadi Espada ejerce una forma de libertad de expresión. Y no se equivoca, ya que todos tenemos derecho a decir lo que nos parezca. Pero la libertad de expresión también tiene sus límites, que acaban donde toca con los derechos de los demás. Existe y está consagrada la libertad de expresión que, en ningún caso, es libertad de agresión verbal o escrita. Y aunque sus insultos son despreciables, no hay ni un solo atisbo de intención de rectificar en el escritor. No me cabe duda, por lo tanto, que Arcadi Espada estará orgulloso de ratificarse en su virilidad ofreciendo a otros hombres su polla. Como tampoco me cabe duda, en esta polémica, de quién es el verdadero rufián.

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