¡Va Emilio y dice que «pa güevos» los suyos! Hay un refrán que deja bien claro que el futuro, sobre todo si es en política, no depende de uno mismo, sino de lo que deciden otros y que, por mucho que rememos contracorriente, es una estupidez que neguemos la mayor para tratar de eludir una realidad más que patente. «El hombre propone y Dios dispone», dice el refrán. Hay otro que asegura que «no hay peor ciego que quien no quiere ver, ni peor sordo que quien no quiere oir!. Y no es que una discapacidad congénita impida ver, sino porque se quiere vadear una realidad que, por mucho que queramos pasar de ella, nos persigue, como la parca, que está a la vuelta de la esquina y puede visitarnos -¡lagarto, lagarto!- sin avisar. ¡Será cabrona!. Parafraseando la coplica «Abracadabra», que cantaba la «reina del glam hispano/patrio, a la par que musa del colectivo LGTB», Alaska, en uno de los programas más emblemáticos de Televisión Española de los años ochenta, «La bola de cristal», podríamos farfullar: ¿Qué tiene éste sillón que a todo el mundo le mola?.

Nuestro amado y nunca bien ponderado primer «origüelano» parece tener una sordera galopante y hace -nunca mejor dicho- oídos sordos -¡por uno me entra y por el otro me sale!- asegurando estar dispuesto a tirar «palante», como los de Alicante, e intentar «acomodar sus posaderas», cuatro años más, en el sillón del despacho principal de la Casona de la Esquina del Pavo. Con un par de cojones, «el alca» pasa de quienes mandan en el PPCV, Bonig y Ortiz, que, en junio, anunciaron un relevo en la candidatura a la alcaldía oriolana; vamos, que el primo de López-Bas- cuñana no repetiría. Sin embargo, Emilio, en plan Girón de Velasco, parece haberse «echao» al monte para guerrear contra el infiel al grito de ¡Armengola y cierra Oryula!, reivindicando un lugar en la historia de la «Muy Noble».

Para mantenerse en el sillón, parece estar dispuesto a hacer lo que haga falta, incluso, si fuese necesario, vender su alma «al diablo» P ablo Casado, cual Dorian Gray. ¿Os imagináis que el alcalde, como Puigdemont, tuviera que exiliarse, en su caso a Santomera (Región de Murcia), acusado de rebelión?. ¡Échale huevos; si señor!.

Emilio, en el fondo, tendrá cosas buenas, no lo dudo, pero ¡debe ser muy en el fondo!, porque es menos transparente que un cristal «esmerilao», que deja pasar la luz pero no deja ver lo que hay al otro «lao». Nuestro hombre podría estar «sentensiao» después de «pelearse» con el presidente de los «peperos oriolanos», « Damáso» Aparicio, y con la mitad de su grupo municipal, con quienes mantiene una relación aceite/agua, sin olvidarnos que está donde está casi de «prestao», con el apoyo de Cs, que le han «sacao» las castañas del fuego, por lo menos, en un par de ocasiones; una cuando respaldaron su llegada a la alcaldía y otra cuando no secundaron la moción de censura que planteaban los «sosiatas» de Carolina Gracia. La cosa fue casi como la copla «Saved by the bell» (Salvado por la campana), que cantaban los hermanos Gibb (Bee Gees).

La historia no para aquí, porque «the mayor» salió «tocao» por el affaire de la asesora-espía que, en plan reptil y con máquina de fotos en ristre, se deslizaba cual «bicha grande» por el salón de plenos «vigilando y afotando» a dos concejalas, una «sosiata» (Gracia) y otra «pepera» ( Cuartero), sin que, de momento, se sepa ni quien le «encargó ese trabajo» ni con qué objetivo (ahora arranca la comisión que estudiará este asunto -¡más vale tarde que nunca!- y se quiere que comparezca Bascuñana).

Una tercera cuestión «terminó de rematar» al alcalde, porque en las filas conservadoras se hacían cruces cuando se supo que estuvo cuatro años cobrando como asesor de no sé qué coño en la Consellería de Sanidad sin ir a trabajar.

Sin embargo, Emilio le echa un par de cojones y se postula para una segunda candidatura y, consecuentemente, otra legislatura. No hace mucho dijo que «mi voluntad es poder continuar como alcalde la próxima legislatura, aunque la decisión no depende de mí, sino del sentir de la mayoría de oriolanos». ¡El hombre propone y Dios dispone, aunque Bascuñana quiere ser dueño de su destino y le manda un órdago a la cúpula popular; sí señor, con un par!. ¡Un caballo; mi reino por un caballo!. «Para ofrendar nuevas glorias a España?».