De ser ciertos los milagros atribuidos a la venerada reliquia alicantina, dejaron de producirse a finales del siglo XX. Hasta entonces se puede calificar de casi sobrenatural su conservación y custodia incluso en tiempos tan convulsos como los vividos en España en ese siglo. Ciertamente, en 1979, los más altos jerarcas de la Iglesia vieron peligrar su posición y, con tanta prudencia como ceguera, pusieron ante notario todo el patrimonio eclesiástico a su nombre como si de un apartamento en Torrevieja se tratara. El testimonio de algún protagonista de aquellos hechos me basta para escribir esa afirmación. Lo cierto es que ahora salen a la palestra realidades que son evidentes y latentes de nuestra querida reliquia y sobre todo de su precaria custodia. Con María Teresa Revenga siendo concejala y Luis Vicente García de El Corte Inglés, vi la calamitosa situación de las monjas de clausura que, como no pueden pedir nada, nadie sabía del estado de sus habitáculos y de sus lechos. No tenían colchones. Unas antidiluvianas jergas de lana hacían que, además de clausura, aquella vida se acercara más a la tortura. Estas dos personas cambiaron la situación y colchones tuvieron. Con «La Luz de las Imágenes» se hicieron las obras necesarias para la valorización de ese entorno que nunca se ha conocido lo suficiente. Aquí iglesia, instituciones y alicantinos nos damos la mano en acordarnos de Santa Bárbara cuando truena. Es verdad que mucha tradición, mucha querencia pero todos nos acordamos de la faz divina una vez al año como mucho y porque hay fiesta. El segundo jueves después de Jueves Santo volveremos allí, todos, otra vez, pero ahora lo poco de devoción y lo mucho de ludismo será definitivamente fiesta y cada vez más pagana. No es ni bueno ni malo, es diferente. Alicante y la diócesis entera no tiene otra que recuperar por ley todo el patrimonio que nunca se le debió quitar. Por otra parte deberá ser gestionado con criterios de interés general y sin sectarismo. Difícil. Mientras, recordar que en la iglesia no hay ningún orden mayor que el episcopado y por tanto el obispo tiene el poder absoluto en su diócesis y ninguna decisión le es ajena en ese contexto. Por el orden, el obispo de Orihuela Alicante es igual que el Papa, que solamente es un primus inter pares. Ósea, que no se oculten las decisiones del palacio episcopal en recovecos internos que no existen. En positivo. Faz divina misericordia, vuelve a ayudar a los alicantinos e iluminamos para que sepamos guardar lo nuestro, conocer nuestra historia y mantener las tradiciones.