Las elecciones autonómicas en Andalucía han sido un verdadero «sorpresón». Aunque casi todos los partidos han rebuscado para destacar sólo lo positivo, ha sido llamativo ver al PSOE, después del batacazo, decir que han ganado y que le sacan esto al segundo y tanto al tercero, etc. Sí, pero si al final te sacan a ti del poder, ya me dirás. El PP eufórico, por quedar segundo, tras perder 7 diputados y quedar en 26, casi la mitad que obtuvo el PP en 2012 con Javier Arenas. Ciudadanos, que ha subido 12 más, que duplica resultados, pero es cierto que aspiraba a superar al PP y no lo ha hecho. De Adelante Andalucía el resultado ha sido más bien retroceso, perdiendo 3 diputados y una buena oportunidad de ampliar el espacio de izquierda. El gran triunfador, sin duda, ha sido Vox, que de la nada ha sacado 12 diputados. Un resultado que ni ellos esperaban y que plantea un grave dilema a la democracia española: la extrema derecha ha crecido y ha llegado para quedarse y con una fuerza que nadie esperaba.

Ese es otro tema: de nuevo se comprueba la escasa fiabilidad de las encuestas. Ninguna previó que el desplome del PSOE sería de tal magnitud ni que el ascenso de la extrema derecha sería de tal calibre. En el resto de partidos hubo más aproximación, pero sin acercarse al resultado final. El CIS, con Tezanos al frente, ha quedado hecho trizas, acierta menos que una escopeta de feria.

Los resultados electorales, unido a la alta abstención, dibujan un panorama muy preocupante. Es cierto que Andalucía era, casi, una anomalía con 36 años seguidos de PSOE y un historial de clientelismo vergonzante y que, a pesar de los avances lógicos, crecía a un ritmo muy lento en cuanto a mejorar sus índices de bienestar. Y que la presencia de Susana Díaz no ayudaba a visibilizar cambios desde una óptica de más izquierda, y si no que le pregunten a Pedro Sánchez y, en cambio, su campaña envolviéndose en la bandera andaluza y abusando de las referencias a Vox han servido, paradójicamente, para dar mayor visibilidad a un partido como éste que tenía muy poca hasta esta campaña.

La futura gobernabilidad de Andalucía será complicada. El PSOE es el que peor lo tiene, y máxime mientras Susana Díaz permanezca a su frente y no asuma su responsabilidad. Por otra parte, fue curioso que los tres partidos de derechas, en la noche electoral, se autoproclamaran «¡presidente, presidente!», aquello parecía la Santísima Trinidad. Más llamativo aún es comprobar el oportunismo de algunos: ¿Se acuerda alguien de aquello de «dejar gobernar a la lista más votada»?. Debe ser sólo cuando interesa. Y de aquello de «coalición de perdedores». Y, además, tanto PP como Ciudadanos encantados de pactar con la extrema derecha con tal de mandar.

En todo caso, el resultado sí es un serio aviso para todos. Seguro que hará reflexionar a Pedro Sánchez sobre cuándo quiere hacer elecciones. Aunque sería más importante que le sirviera para empezar a concretar muchas de sus buenas intenciones que ha declarado desde que llegó. Y es que de buenas intenciones sólo no se vive. E igual que entusiasman, pueden llegar a decepcionar si no llegan.

Y, en un ámbito más cercano, con este resultado es de suponer que a Ximo Puig se le habrán ido las ganas de adelantar las elecciones autonómicas valencianas. ¡Cómo para fiarse de las encuestas!. Más vale que acabe la legislatura y que aproveche estos meses que quedan para afianzar unas políticas sociales, ambientales y de transformación que aún se encuentran lejos de niveles aceptables, después de la etapa del PP.

En un ámbito distinto, los resultados andaluces también deben leerse en clave local. En el Ayuntamiento de Elx, la izquierda está en minoría: 12 concejales sobre 27. Aunque en 2015 se recuperó la Alcaldía, tras solo un mandato del PP, el resultado fue muy ajustado. El bajón del PSOE ilicitano fue tremendo y Compromís, a pesar de tener un buen resultado y recoger parte de los votos de «Guanyem Elx», que no se presentó por errores propios, no alcanzó para mayoría absoluta. Aunque alguna encuesta digital reciente planteaba un escenario de que el actual equipo de gobierno podría repetir sin gran esfuerzo, a la vista de lo acontecido en Andalucía, no habría que fiarse mucho y, en cambio, esforzarse más en mejorar el municipio que está en una situación más positiva que cuando el PP, pero que es manifiestamente mejorable todavía. En las próximas municipales, como nuevos, también estará Podemos y, probablemente, la extrema derecha, con el viento de cola de las andaluzas, y se abre un escenario mucho más competitivo, y que exigirá mejorar sustancialmente la gestión del actual tripartito si quieren repetir.