Activistas rusos alertan de que el gobierno prorruso de Chechenia ha iniciado una purga contra homosexuales nuevamente. Hablan al menos de dos muertos a causa de torturas y de mujeres y hombres detenidos por ser lesbianas, gais, bisexuales o personas trans. Al menos se han producido 40 arrestos de personas que participaban en grupos y foros de Internet. Esta situación tiene lugar un año después de que organizaciones LGTBI de todo el mundo denunciáramos la existencia de campos de concentración en los que se estaba torturando y recluyendo ilegalmente a personas LGTBI en el país. Que la violación de los derechos humanos de homosexuales es un hecho lo corrobora el informe de diciembre del año pasado de la OSCE, Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa que asegura que: «Las pruebas demuestran claramente que las acusaciones de violaciones muy graves de los derechos humanos en la República de Chechenia de la Federación Rusa han sido confirmadas».

Mientras esto ocurre, la «Europa de los derechos» permanece impávida sin reaccionar. No es de extrañar, es incapaz de poner fin a la expulsión de gitanos y gitanas en Francia o Polonia, de limitar avance del discurso del odio, de establecer políticas públicas que erradiquen las agresiones xenófobas, machistas y contra las minorías dentro de sus propias fronteras. Europa permite que haya países como Italia que impiden activamente que los barcos de rescate accedan a los puertos con las vidas humanas que salvan en el Mediterráneo o que España niegue la posibilidad de zarpar a quienes salvan esas vidas, según denuncian jueces y fiscales. En Europa recorre de punta a punta el espíritu de la insolidaridad, del individualismo y del odio. Cada vez Europa se aleja más de los principios para los que nació y de la ideología sobre la que se fundó. El respeto de los derechos humanos y de la paz.

Resulta especialmente llamativo que la Eurocámara pida a Rusia, ahora, una investigación sobre las violaciones de derechos humanos contra población LGTBI en Chechenia cuando es Rusia la que promueve este comportamiento discriminatorio y atentatorio contra la dignidad en su propio territorio (con leyes que ilegalizan las asociaciones LGTBI y criminalizan el activismo) y la que sostiene al gobierno homófobo de Ramzán Kadýrov que niega las torturas, detenciones y asesinatos con un breve pero representativo «en Chechenia no hay gais». Ante esta situación, la respuesta de la comunidad internacional es inexistente. Y ya se sabe, para que triunfe el mal basta con que los hombres de bien no hagan nada.