Las autoridades y la sociedad civil conmemoran hoy el bicentenario del fallecimiento de Francisco Javier Balmis, principal artífice de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Esta efeméride cobra especial relevancia en su ciudad natalicia, Alicante, aunque también es celebrada en múltiples puntos de América y de otros continentes.

La razón de esta universal notoriedad reside en la importancia histórica de la Expedición Balmis. Una gesta que acrecienta su prestigio con el paso del tiempo porque conecta con valores plenamente vigentes en el mundo globalizado que vivimos.

La arriesgada e innovadora empresa en pro de la salud llevó hasta América y otros territorios de ultramar la vacuna de la viruela y permitió salvar millones de vidas. Aquella odisea, más tarde fuente de inspiración para cineastas y autores literarios, tuvo en su momento una importancia geoestratégica. En tiempos en los que la reputación de lo español declinaba, la Real Expedición hizo que remontara el prestigio internacional de nuestro país y de la Corona.

La expedición fue financiada con fondos públicos por el monarca Carlos IV, llamado el «rey filántropo», apelativo que en términos generales nos acerca a los conceptos de gratuidad y de universalidad. Efectivamente, la vacuna no se cobraba a los ciudadanos que la recibían. Todos tenían derecho a ella, como ocurre en la actualidad con las vacunaciones incluidas en los calendarios sistemáticos de los Programas de Inmunización (PAI) auspiciados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Desde luego, fue la primera acción de cooperación internacional llevada a cabo por nuestro país y el primer gran paso para entender un mundo más globalizado, tratando de aportar una orientación solidaria hacia las personas y los pueblos menos desarrollados.

Resulta innegable que la ayuda a los territorios de ultramar desde la metrópoli venía alentado por el deseo de legitimar y reforzar el poder central. Pero al hacerlo interviniendo en acciones de fomento de la salud, se propagaba una concepción solidaria de la sociedad internacional y de las relaciones que en ella se desarrollan.

Tendiendo un puente histórico, este espíritu se alinea con la declaración contenida en el preámbulo de la Constitución Española de 1978, en la que se proclama la voluntad de «colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra».

Inspirado por la Ilustración

La Expedición Balmis se inspira en la Ilustración como movimiento cultural que transformó el pensamiento europeo del siglo XVIII, basado en la razón como instrumento humano para guiar a la sociedad hacia el bienestar y la justicia. Todos los hombres son iguales a la luz de la razón y tienen iguales derechos. La lucha de la libertad, tanto en las cuestiones políticas como en las económicas, en las intelectuales y en las religiosas, constituye una de las metas inherentes a las sociedades modernas.

Los elementos o valores que guían y motivan la Expedición Balmis se enmarcan perfectamente en los principios del humanismo contemporáneo e incluso bajo las premisas del actual Estado del Bienestar:

-Respuesta a las necesidades de la persona bajo el concepto de hospitalidad y humanización de la asistencia.

-Acogida y centralidad, desde una visión antropológica que valora y defiende la dignidad de toda persona, sus derechos y deberes y favorece todas sus potencialidades.

-Universalidad traducida en la acción prioritaria a los grupos y países más desfavorecidos, evitando cualquier sesgo de tipo ideológico, religioso o cultural.

-Todos los medios, humanos y materiales, están destinados a la misión de servicio y por tanto a la atención de quienes lo precisan.

-Actualización constante desde la formación, la investigación y la adaptación de estructuras del Estado y de la organización social.

La Expedición Balmis estuvo meticulosamente impulsada desde un cuerpo normativo (reglamentos, instrucciones, manuales). Estos configuraron un auténtico sistema sanitario innovador que modernizó la administración sanitaria, dentro y fuera de nuestro país. Su estudio aporta importantes enseñanzas para las políticas sanitarias actuales e incluso para el debate sobre eficiencia, eficacia y legitimidad que quiere motivar la pretendida reforma de nuestra Administración Pública.

A mi juicio, no se puede concebir el éxito de la expedición sin la formación militar de Balmis, quien con su aguerrido carácter profesional dignificó la sanidad militar y ejecutó la función militar mejor valorada por la sociedad en la historia reciente, como son las misiones de ayuda humanitaria llevadas a cabo por nuestros ejércitos.

En definitiva, la Expedición Balmis representa un avanzado ejercicio de emprendimiento filantrópico, creatividad organizativa e innovación sanitaria. Una gesta que sigue inspirando el comportamiento de organizaciones internacionales. Como el programa Polio Plus de Rotary Internacional, el ambicioso plan de vacunaciones que pretende erradicar la poliomielitis del mundo en los últimos 30 años.

Con todas estas significativas aportaciones al progreso de la humanidad, es comprensible la veneración que los rotarios, y muy especialmente el Rotary Club Alicante, profesamos hacia nuestro Balmis, como alicantino universal.