El seny catalán ha sido la admiración del resto de España durante décadas. La cordura, prudencia, sensatez, buen juicio, que todo eso está contenido en el seny son las cualidades con que adornábamos el quehacer de los catalanes y eso se completaba con el pactismo como colofón. Siempre protagonizaban acuerdos, sean acuerdos constitucionales, en las organizaciones empresariales o sindicales, entre gobiernos, o lo que fuera menester. Han pactado con todos los gobiernos de la democracia, desde el hábil y astuto Tarradellas con Suárez; pasando por González; Aznar, que según cuenta la leyenda, llegó a hablar catalán en la intimidad; Zapatero, que prometió lo que no podía; y hasta con Rajoy en sus inicios. Siempre pillaban algo. No lo digo como reproche, sino como reconocimiento de su habilidad. La verdad es que hoy me cuesta encontrar el seny. No era, ni es, el estilo de Puigdemont y mucho menos de su sucedáneo. No sé si será de aplicación aquello de «cría fama y échate a dormir». El unilateralismo, la violencia no violenta del poder, ha relevado al pactismo.

Esperanzado como estaba en la regeneración ciudadana que anunciaba Ciudadanos, de pronto nos encontramos en las primarias con más votos que votantes. Algo que solo sucedía en los referéndums de Franco. Será que «todo se pega menos la hermosura». Claro, como dice Albert Rivera, ha sido un error, seguro, pero vaya error. Como aparezca otro en otras primarias anteriores, habrá que buscar la regeneración por otro lado. Ya ni siquiera se defiende la unificación fiscal, sino que se apoya, se coaliga y reconoce el sistema foral navarro. Eso es perfecto, la pena es que no lo propugnen para Cataluña. Habría que generalizar, digo yo, el mismo sistema para todas las comunidades, quizá empezando por Cataluña. Es lo que propuso el propio lehendakari Urkullu (El País, 4-XII-2017) cuando Ciudadanos votó contra la aprobación del concierto y el cupo vasco, porque era un «privilegio». De ser así, ¿por qué no lo generalizamos a todas las comunidades con el nuevo sistema de financiación?, era la sugerencia del lehendakari. La diferencia entre los sistemas vasco y navarro es que a estos se lo mantuvo el dictador por haberle respaldado los requetés en la guerra civil. Dime «con quien andas y te diré quién eres».

La desaparición de ETA de la escena pública ha permitido reconocer entre los vascos un sentido pactista insospechado. «El PNV es un partido pactista a tope», solía repetir el recientemente desaparecido Xabier Arzalluz. Ahora se están mostrando como no pudieron hacerlo cuando estaba la violencia y las algaradas. Recuerdo al propio Arzalluz cuando nos invitaba a reflexionar sobre si no eran demasiadas las huelgas y manifestaciones en la Facultad de Políticas, donde nos daba clases hace medio siglo, recién llegadito de Alemania. Temeroso de que tanto desorden, aunque entendía justificado, podría deteriorar nuestra formación académica. También parece de escuela jesuita el actual lehendakari, serio y riguroso. El hecho de que después de declarar ante el Supremo en el juicio del procés haya entregado a varios archivos históricos toda la documentación, más de trescientos folios y documentos, que respaldan lo que dijo ante el Supremo son la demostración de todo un estilo.

Qué me dicen de la flema británica -la British phlegm- tan famosa en el mundo entero. Esa calma inmensa que humeaba desde el puro de Churchill. Ahora ha quedado para dar vueltas a la noria del Brexit. Llevan dos años con la misma ruta y piden prórroga para ver si avanzan en la misma dirección hasta caer extenuados. Buscan la victoria por aburrimiento del interlocutor. No parecen convencidos de que «rectificar es de sabios»; la única salida es un referéndum: «un clavo saca otro clavo».

La ponderada tasa digital europea ha sido rechazada, vetada, por cuatro de los veintisiete socios de la UE. Irlanda, sede de la mayoría de las multinacionales digitales en Europa y Finlandia, Dinamarca y Suecia. Esta vez no han sido los informales y festivos del sur, sino los avanzados y rigurosos del norte. La tasa afectaba a las multinacionales digitales como Amazon, Uber, Facebook, Google, etcétera. Era mejorar la competencia en el comercio, el taxi, el transporte, los medios de comunicación y anunciantes, etcétera. Al parecer los serios tópicos nórdicos han sucumbido a las presiones transatlánticas. «Dime de qué presumes y te dirá de qué careces».

Debe ser la época de crisis que, buscando desesperadamente la identidad de la tribu, nos lleva al desnorte.