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Universo electoral

LunesEL DILEMA

Un partido de baloncesto desigual es un tostón especialmente insufrible y este es un matiz que favorece en la comparación al fútbol, que suele ir acompañado de dosis variables de misterio hasta el minuto noventa. Sin embargo, no hay odisea tan cardíaca como los últimos segundos de un marcador empatado de baloncesto. Quiero decir que la final de ayer entre Argentina y España resultó agridulce porque cualquier aficionado veterano supo cómo terminaría tras los primeros intercambios de canastas. Supongo que esto habría gustado al jefe Abraracúrcix de las aventuras de Astérix, para quien lo esencial en el deporte es la ausencia de incertidumbre. No lleva razón, claro, y basta remitirse a la semifinal contra Australia, que será el partido recordado y no el pasacalles ante Argentina. Siempre tremendista, el periodismo deportivo recurre al adjetivo «agónico» para describir estos duelos, pero en realidad un partido de baloncesto con dos prórrogas son dos monedas lanzadas al aire que tardan cinco minutos en caer. Alguien que agoniza sólo deja de hacerlo cuando expira; en cambio, alguien que espera la caída de una moneda puede refugiarse en el baño hasta que una voz al otro lado de la puerta le dice si ha sido cara o cruz. Naturalmente, no digo que fuera mi caso.

MartesCHARADAS

En otro despliegue de tacticismo que comienza a agotar, Ciudadanos ofreció a Sánchez su abstención en la investidura bajo tres condiciones: romper con los nacionalistas en Navarra, una comisión del artículo 155 para vigilar a la Generalitat catalana y el compromiso de no subir los impuestos. Recordaba el eslogan «sé realista, pide lo imposible», ya que las tres eran inasumibles para el PSOE, la primera porque no quiere, la segunda porque no puede y la tercera porque no sabe. Rivera pretendía rentabilizar la apariencia en la hora veinticinco con un gesto testimonial, pero era obvio que Sánchez le ignoraría. La primera reacción del PSOE confirmó que los políticos han diagnosticado al pueblo soberano como una cofradía de idiotas irrecuperables. Según el portavoz para gags institucionales, el Gobierno ya cumple las tres condiciones exigidas por Rivera, lo cual es tan impecablemente falso que nadie ha podido pestañear debido al estupor. Hoy, el propio Sánchez ha clausurado el paripé con su primer acto electoral, la rueda de prensa en Moncloa tras notificar al Rey que Tezanos le ha recomendado elecciones.

MiércolesDESIERTOS LEJANOS

Admito que en un primer momento me tomé a rechifla que unos drones hubiesen bombardeado una refinería saudí. Más divertido que preocupado, quise indagar y acudí a la BBC porque excuso decirles que aquí sólo tenemos tiempo para batir el récord mundial de elecciones anticipadas. Lo que leí logró helarme la sonrisa: no había sido una gamberrada ruidosa e improvisada, sino un ataque masivo minuciosamente planificado con el propósito de dificultar la producción de crudo. Y había tenido éxito: los saudíes han debido reducir la producción, encareciéndose por tanto el precio del barril. La destrucción de una mezquita atestada provoca pánico colectivo y dolor perpetuo en las víctimas, pero el bombardeo del mayor complejo petrolífero del primer productor mundial daña sutilmente la espina dorsal de este curioso sistema en el que las nóminas dependen de una empresa, la empresa de un banco, el banco de financieros globales y estos de que la porción más favorecida de la humanidad pueda seguir abasteciéndose de los dos artículos esenciales, pan y combustible.

JuevesUNO DE LOS NUESTROS

Francisco Fernández Ordóñez decía que su compañero de gabinete Abril Martorell siempre aseguraba lo contrario de lo que se proponía hacer y que por eso él esperaba sus declaraciones para saber qué es lo que nunca ocurriría. Desde luego, Abril Martorell no era un caso excepcional ni entonces ni ahora, aunque sí un ejemplo refinado de ese hábito adherido al político como la mancha de un antojo a la piel del bebé, lo que por cierto es un mito tan extravagante como el de las cigüeñas parisinas. Felipe González es otra criatura talentosa en este juego de picardías imperturbables y cito sus palabras de ayer: «Todos son culpables de la repetición de las elecciones». Si Felipe González verdaderamente creyera esto, habría culpado a Ciudadanos, a Podemos y al PP; pero, como percibe correctamente que el obstáculo ha sido la pretensión de Pedro Sánchez de obtener un cheque en blanco, extiende una sombra de responsabilidad colectiva. Muchos políticos legendarios mantienen una inalterable fidelidad a las siglas y siguen desplegando las mañas del oficio para proteger al clan.

ViernesPIEL FINA

En Canadá también han organizado un sarao electoral cuyos preparativos no tienen nada que envidiar a los nuestros. El aspirante a la reelección es Justin Trudeau, un liberal heterodoxo que ha heredado el carisma de su padre y también su facilidad para atraer enemistades incurables. El asunto central de la campaña es una fotografía tomada hace veinte años en la que aparece con maquillaje oscuro en una fiesta de disfraces. Ocurre que en Canadá se considera racista que un blanco se maquille para representar a alguien de color. Tras explicar que su disfraz se inspiraba en el Aladino de «Las mil y una noches», lo que sólo ha logrado que los musulmanes se unan al censo de ofendidos, Trudeau ha pedido disculpas e incluso confesado que en otra ocasión se disfrazó de cantante de gospel. Esto ya roza el frikismo y no la simple indignidad política como brama la oposición. Si nosotros fuéramos tan puntillosos como los canadienses, la mitad de las comparsas de Moros y Cristianos tendrían que disolverse por suplantación de raza y este es el único comentario que se me ocurre sobre otro esperpento políticamente correcto que puede decidir unas elecciones.

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