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Tanto desprecio

Me llamo Enrique Antón Morant, nací y vivo en Alicante, con mi madre y mi hermana Asunción, en la casa número 12 de la calle Barón de Finestrat. Mi padre era conocido como Paco el Madrileño y trabajó de capataz en el muelle hasta su muerte. Heredé su puesto.

Esta mañana, sábado 16 de julio de 1932, mi hermana estaba un poco nerviosa. Después de desayunar y mientras me preparaba para marchar al tajo, me sorprendió dándome un beso al despedirse. «¿Qué te pasa?», le pregunté. Su respuesta fue un murmullo que pronunció mientras abría la puerta: «Ese no se burla más de mí».

Supuse que se refería a Vicente, pero no le di mucha importancia. Hacía tiempo que solía decir cosas así. De ninguna manera imaginé que pudiera pasar lo que pasó. Ni hablar. Como digo, hacía bastante tiempo que Asunción despotricaba contra Vicente, y con razón, claro. Todos, y cuando digo todos me refiero a familiares y amigos, sabíamos lo que había pasado entre ellos, lo mal que él se había portado con ella. Yo mismo me enfrenté en más de una ocasión a Vicente y nos enzarzamos en peleas, hasta que intervino el juzgado del distrito sur y el juez me conminó a que me mantuviera lejos de ese? de ese? ¡Buf!

En fin. Abreviaré la historia: Hasta el año pasado vivía en la casa contigua a la nuestra, en el primer piso del número 10 de esta calle, la viuda del doctor Vicente Soler. Su sobrino Vicente, aunque vivía con sus padres en la plaza de Gabriel Miró, en las bodegas de Campo Alto, se pasaba los días en casa de su tía, sobre todo desde que conoció a mi hermana. Mi madre y la tía de Vicente eran muy amigas, y Asunción acompañaba con frecuencia a la viuda, haciendo las faenas de su casa y cuando salía a pasear. La anciana le tomó mucho cariño a mi hermana, más aún cuando Asunción y Vicente se hicieron novios. Porque sí que eran novios, por más que Vicente lo niegue. Le prometió matrimonio delante de la tía de él cuando se hallaba moribunda. Hay testigos, ¿sabe? Ahora comprendo que Vicente se comprometió para conseguir la herencia, pero entonces todos creíamos que quería de verdad a Asunción. Y quizá así fuera y cambió cuando se vio con casa propia y dinero, influenciado por esos amigotes con los que está casi siempre. Dice que está estudiando. ¡Ja! La verdad es que se pasa las horas zanganeando. El caso es que la tía de Vicente le nombró su heredero, con la condición de que se casara con Asunción, a quien la vieja adoraba. Él dice que fue un ruego y no una condición, pero no es verdad, ahí está el testamento, y aunque su abogado dice que es una condición legalmente impugnable, el juez no opina lo mismo, ya que le ha pedido una fianza de diez mil pesetas para atender el pago de la dote de Asunción.

Después de morir la anciana, Vicente heredó su fortuna y su casa, y a mi hermana empezó a darle largas sobre lo de contraer matrimonio. Poco a poco fue distanciándose de ella, hasta que dijo que quería romper su relación. Asunción se quedó primero muy triste y perpleja, pero no tardó en exigirle que cumpliera con lo prometido, sobre todo porque, a pesar de ser una chica honesta, había cedido a algunas de sus pretensiones amorosas. Supongo que habría más que carantoñas, pero estoy seguro de que ella no permitió que se consumara el acto carnal. Pero lo hubo. Ya lo creo que lo hubo, y por la fuerza. Aunque Vicente tiene un año menos que Asunción, poco después de que muriera su tía y antes de romper con ella, la forzó. Así, como se lo digo: la forzó, el muy canalla. Asunción aún no había cumplido los 20 años, por lo que era menor de edad.

El asunto del estupro pasó al juzgado junto con la negativa de Vicente de cumplir con lo promesa de matrimonio, pero, a pesar de todo, a pesar de sus constantes desprecios, Asunción seguía queriéndole, seguía queriendo casarse con él. Con lo lista que es? Ya ve, lo ciegos que nos vuelve el amor.

La pequeña pistola que se llevó Asunción esta mañana era de mi padre. No sabía que la había cogido.

EL EXNOVIO

Me llamo Vicente Amorós Marhuenda. Soy natural de Alicante, estoy soltero y tengo 19 años.

Esta mañana, a eso de las once menos cuarto, bajé del tranvía en la plaza Constitución y marché por la calle Bilbao hasta el Café Central. En la puerta me encontré con que Asunción me estaba esperando. Como siempre, estaba muy nerviosa y me empezó a hablar sin parar de lo mismo, casi todo eran mentiras. Le repliqué que me dejara en paz, que se fuera, pero como no me hizo caso y me persiguió alzando la voz cada vez más, aceleré el paso y traté de dejarla atrás, sin dirigirle más la palabra.

Crucé el café con paso rápido porque no me atreví a quedarme dentro. Salí por la puerta del Paseo de los Mártires y fui en dirección al Casino. Pero ella me siguió, hasta que me dio alcance antes de llegar al Círculo Mercantil, frente a la consignataria de José Bauzá. Me detuvo al agarrarme de un brazo y se puso delante de mí, exigiéndome que le hablara, pero me zafé y proseguí mi camino. No tardé mucho en oír el primer disparo y en sentir un fuerte escozor en el hombro, y en seguida el siguiente disparo y el impacto en mi espalda. Aun así, seguí andando. Escuché un tercer disparo, me volví y la vi caída en la acera. Frente al Casino se me acercaron dos guardias. Entonces me desvanecí.

EL GUARDIA

Soy el guardia de seguridad n.º 24.

Esta mañana estaba de servicio con mi compañero, el n.º 25, en el paseo de los Mártires, cuando a eso de las 11 oímos tres detonaciones. Corrimos hacia el Casino y vimos a un joven rubio que caminaba con una herida en la espalda. Unos pasos más atrás había en el suelo una chica, también rubia, caída en el suelo, sangrando abundantemente. Detuvimos al muchacho, pero unos testigos que estaban en la tertulia del Central nos dijeron que había sido ella la que había disparado dos veces contra el joven, y luego se había matado de un tiro en la sien.

Llevamos a ambos a la Casa de Socorro.

EL MÉDICO

Me llamo Ladislao Ayela Planelles. Soy médico de la Beneficencia Municipal de Alicante.

Esta mañana han ingresado en la Casa de Socorro un chico herido de bala en la espalda y una chica en estado agónico, con un balazo en la sien, que falleció poco después. Los diagnósticos han sido los siguientes:

- Ella: herida por arma de fuego con orificio de entrada región temporal derecha y salida región frontal lado izquierdo.

- Él: herida por arma de fuego con orificio de entrada región escapular y otra herida por roce de bala en el hombro izquierdo.

Junto con mis compañeros los facultativos Gandulla, Ribelles y González Llombart, ayudados por el practicante Burló, operamos al joven para extirparle el proyectil y certificamos la defunción de la muchacha.

Después de que el juez de guardia tomara declaración al herido, este fue trasladado, por deseo expreso de su padre, a la clínica que el doctor Carlos Carbonell tiene en Benalúa. Al mediodía, el cadáver de la chica fue trasladado en una ambulancia a su casa.

EL FORENSE

A las 8 de esta mañana, domingo 17 de julio de 1932, ha sido trasladado el cadáver de la joven Asunción Antón Morant, en una carroza blanca, desde su domicilio hasta el depósito judicial del cementerio de Alicante.

A las 5 de la tarde le he practicado la autopsia con un compañero. Además de la causa de la muerte, en el certificado hemos informado al juez instructor de que la señorita Antón había sido violada hace cosa de un año aproximadamente, sin consecuencias naturales, es decir, sin que quedara embarazada.

www.gerardomunoz.com

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