La solidaridad y respeto en la forma de comportarse los ciudadanos en sus ciudades y en sus comunidades de propietarios es el factor más importante para conseguir que nuestro entorno común esté más limpio y que nuestras ciudades, con sus playas, sus aceras, sus comunidades de propietarios y todo lo que es de uso común a todos permanezca bien cuidado y limpio.

Sin embargo, se le suele echar la culpa a la Administración municipal de si las ciudades están limpias o no, cuando se trata de una asignatura de civismo de los ciudadanos que viven en ellas, quienes, en muchas ocasiones, no recogen del suelo las suciedades que dejan sus animales de compañía, que, obviamente, deben hacerlo en la calle, pero sus dueños lo dejan sin recoger, o no depositan en los cubos de basura, o en los lugares idóneos para ello aquellos objetos que les sobran.

De esta manera, por mucho que se esfuercen los responsables de una empresa de limpieza en limpiar las suciedades, o la Administración en gestionarla mejor, se trata más de una cuestión de mayor civismo, de mayor responsabilidad en asumir que lo que vemos como común a todos deberíamos tratarlo como si fuera nuestra casa. Aunque, posiblemente, quien es así en la calle lo será igual en su casa, y, también, la tendrá igual de sucia. Pero, al menos, el mensaje es que cualquiera puede tener sus pertenencias, o vivir en su casa, como lo desee. Pero las playas, aceras, elementos comunes de una comunidad, los parques, etcétera, son de todos y nadie tiene derecho a ensuciarlos, a romper árboles o bancos o cualquier salvajada que vemos con mucha frecuencia en nuestro entorno.

Cuando se habla, así, que unas ciudades son más limpias o sucias que otras, con independencia de la mayor eficacia de los responsables de limpieza, que todos tratan de hacerlo lo mejor posible, es el mejor trato a sus ciudades por parte de sus ciudadanos lo más relevante para que tengamos un entorno más limpio. Se habla, así, de una mayor «cultura de la limpieza» de una mayor asunción de responsabilidades colectivas para conseguir una mejora en los resultados, lo que nos remonta a una asignatura todavía más importante, que es la de los valores a la hora de comportarse en una sociedad. Porque quien actúa con suciedad y despreocupación en el respeto a su entorno padece, luego, de otros defectos que se reproducen en los comportamientos sociales desde los parámetros de la intolerancia, de la agresividad con los demás, y de todas las formas de manifestarse que se centran en la falta de respeto colectivo.

La OCU realizó, recientemente, un nuevo estudio acerca de la suciedad en las ciudades y obtuvieron la mejor puntuación Oviedo, Bilbao y Vigo. Pero con independencia de una buena gestión en la limpieza y un mayor esfuerzo en la potenciación de los recursos, el mayor factor lo es el comportamiento de sus ciudadanos; es decir, que en estas ciudades han conseguido implantar una mayor cultura de que su entorno debe permanecer limpio, porque ello repercute en una mejor convivencia, y en entorno más saludable. Además, quien se comporta siendo sucio cuando el resto actúa correctamente se sentirá, en teoría, señalado. Pero suele ocurrir que a estas personas les da igual que se les señale por su suciedad, ya que su intolerancia y falta de respeto les lleva a contestar con falta de educación a quien le señala que no ha arrojado un objeto a la basura y lo deja en la calle, o no recoge los excrementos de un perro en la calle, o deja objetos en las playas y en los parques.

Por ello, este problema responde a otro de mayor de conciencia colectiva e individual en la forma de comportarse, lo que se manifiesta, como gran exponente, en las comunidades de propietarios, donde muchas personas no consideran como algo propio los elementos comunes y los maltratan, arrojando objetos al suelo, colillas, bolsas, como si quisieran trasladar ese problema a los encargados de la limpieza y no a su irresponsable conducta personal. Además, quien más suciedad deja es el que es luego intolerante e irrespetuoso con todo y quien más se queja de lo que hacen los demás.

De esta manera, por mucho que se invierta en las ciudades y en las comunidades en servicios de limpieza, o se haga un esfuerzo en mejorar la gestión, como sus ciudadanos no asuman su rol de ser limpios, ningún esfuerzo se verá reflejado en ver una ciudad y una comunidad más limpia. Porque está claro que si en su casa una persona es ordenada y limpia este será el factor más importante para que no esté presente la suciedad, porque aun empleando esfuerzo en mejorar su gestión de que limpien su casa, éste seguirá siempre estando sucia.