El traslado de los restos del dictador Francisco Franco desde el Valle de los Caídos al cementerio de Mingorrubio me hace recordar -y más en estas fechas tan cercanas al Día de los Todos los Santos y de los Difuntos- en el coste en vidas y sufrimientos de aquella Guerra Civil y en los años durante el mandato de Franco, llevándome a hacer un repaso somero de aquellos tiempos, de aquella dictadura y de aquellos caídos, que no víctimas, ya que estas últimas fueron muchas más.

Con la llegada de la democracia a España desaparecieron los rótulos franquistas, aquel de la Plaza del Generalísimo; aunque generalmente en Torrevieja siempre se la ha conocido como la Plaza del Ayuntamiento o la Glorieta de la Iglesia. Recuerdo como en los días cuatro de octubre celebraba mi onomástica, mientras que en la pizarra de la escuela se rotulaba era el «Día del Caudillo».

Me viene a la memoria cuando el 15 de abril de 1962, Domingo de Ramos, a las dos y cinco de la tarde fondeó en la bahía de Torrevieja el yate «Azor» a bordo del cual se encontraba Francisco Franco. Los barcos anclados en la bahía o atracados en el muelle de la sal hicieron sonar sus sirenas en señal de bienvenida. A las tres menos veinte, hartos de esperar la mayoría de las gentes se fueron a sus casas, aunque las autoridades locales y provinciales hicieron recibimiento oficial en el muelle pesquero Carmen Polo de Franco, procedente de Alicante, embarcó en el yate «Azor», zarpando un poco más tarde.

Cuatro años más tarde, el 3 de marzo de 1966, a las ocho menos cuarto de la noche, Francisco Franco llegó a Torrevieja acompañado de su esposa, tres nietos y el ministro de Marina Pedro Nieto Antúnez, siendo recibidos por las autoridades locales y provinciales. Pasó toda la noche en el yate «Azor», fondeado en la bahía, haciéndose a la mar a las once de la mañana del día siguiente. No volvería Francisco Franco por Torrevieja, aunque en junio de 1969 recibió en el palacio de El Pardo a los componentes de la junta directiva del «Club Náutico». Tras su fallecimiento, el 22 de noviembre de 1975, a las once de la mañana, en el templo de la Inmaculada se celebró una misa por su alma con asistencia del alcalde, corporación municipal y demás autoridades locales y un gran número de torrevejenses que abarrotaron en templo.

Pero volviendo la vista más atrás tendremos que recordar a los «caídos» de Torrevieja y que en estos días, como en otros muchos, nos vienen a la memoria y hago una relación.

En el asalto del cuartel de la Guardia Civil de Torrevieja, sufrido el 12 de agosto de 1936, fruto del tiroteo resultó muerto el guardia municipal Carlos Rebollo Campos. Hacia las dos de la madrugada del día 13, se produjo el cese del asedio al cuartel, y unos milicianos, encargados de trasladar a los detenidos Manuel Bielsa Bermúdez (cabo), de 35 años; y Juan Monge Redondo (guardia 2º), de 35 años, a Alicante, dándoles muerte en el alto del Moncayo (Guardamar).

El 28 de agosto de 1936, murió tiroteado en las cercanías de Santa Pola, víctima de un «paseo», el médico Clemente Gonzálvez Valls, concejal en el ayuntamiento de Torrevieja por el partido chapaprietista.

En octubre de 1936, se le daba el «paseo» y moría en la cuneta de la carretera, cerca de Guardamar un jornalero de Torrevieja, Antonio Aniorte Mateo. Y el 15 de diciembre de 1936, fue fusilado por orden del Tribunal Popular de Alicante el albañil torrevejense Gabriel Aracil Pérez. También, el 15 de diciembre del mismo año, por orden del mismo tribunal fue fusilado Ramón Gallud Torregrosa (estudiante), de 19 años. En Madrid desapareció la torrevejense María Parodi Torres y su marido José Alvár, víctimas de un «paseo» llevado a cabo por milicianos.

Diecinueve fueron los fallecidos en Torrevieja a causa del bombardeo efectuado el 25 de agosto de 1938 por la aviación del bando fascista: Miguel García Coello (capitán), de 32 años; Francisco Hernández Hernández (capitán), de 28 años; Francisco Desamparado Moreno (soldado), de 22 años; Rafael Clemares Sala, de 35 años; Antonio Moreno Guardiola (marinero), de 39 años; Joaquina Antolinos Zapata, de 32 años; María Antonio Moreno Antolinos, de 10 años; Anastasio Blanco Ballester, de 12 años; Josefa Alar Linares, de 61 años; María Quer Piomo (refugiada), de 13 años; Ángeles Cerezuela Guardiola, de 33 años; Ángeles Andreu Cerezuela, de 10 años; Manuel Andreu Cerezuela, de 11 meses; Mercedes Martínez Biesa, de 15 años; Concepción Aracil Rives, de 20 años; Cayetano Sánchez Sanz, de 9 años; Francisco Desamparado Sánchez, de 2 meses; Francisca Vidal Baños, de 22 años; y Rosario Alonso Mendiluces (miliciana), de 25 años.

Al término de la Guerra Civil, la represión del bando franquista se cobró nuevas víctimas torrevejenses: Emilio Ros Dólón, Albañil, de 37 años, fusilado en Orihuela el 17 de julio de 1939; Antonio Martínez Sala, carpintero, de 28 años, fusilado el 15 de noviembre de 1939; Eusebio Benedicto Mateo, salinero, de 31 años, fusilado el 7 de marzo de 1941; José Córdoba Moya, jornalero, de 51 años, fusilado el 26 de abril de 1941; Leandro Rebollo Campos, salinero, de 48 años, fusilado 3 de junio de 1941; G inés Martínez Homobono, de 33 años, mecánico, fusilado el 19 de agosto de 1941; y Manuel Ivernón Ferrándiz, jornalero, de 26 años, fusilado el 17 de diciembre de 1941.

Dejemos escrita esta negra página de la historia de nuestro pueblo con la esperanza de que no vuelva a ocurrir nada que se le parezca. Descansen en paz todos.