La habrán inferido, por el título de esta sección, que hoy toca hablar de las pasadas elecciones generales, pero pasando antes por una de las novelas más divertidas del escritor español, nacido en Barcelona en 1943, Eduardo Mendoza; uno de los mejores escritores en lengua española, al menos para mi gusto. El último viaje de Horacio Dos (publicada en el año 2002) no deja de ser un divertimento, del estilo de Sin noticias de Gurb (vid. Esperando a Godot del 15 de diciembre de 2017), pero que gracias al ingenio que siempre despliega el autor se convierte en una fábula, tan descabellada y divertidísima como sólo él sería capaz de pergeñar.

El último trayecto de Horacio Dos se desarrolla a bordo de una destartalada nave espacial, pilotada por el propio Horacio, un tipo corrupto, incompetente y de una moral digamos que laxa, en especial en lo que se refiere a pagar a la hora de mantener relaciones sexuales. Su misión, trasladar a un grupo variopinto de mujeres descarriadas, procaces ancianos y delincuentes de todo tipo, es narrada en forma de cuaderno de abordo. La sucesión de hechos absurdos es hilarante, pero siempre descritos con esa prosa de Mendoza que eleva el disparate a la categoría de sátira y convierte este recorrido sideral, plagado de parodia, folletín y picaresca, en una galería de máscaras que representan las flaquezas del género humano.

En un viaje de similares características nos embarcó a todos los españoles Pedro Sánchez, no ya cuando decidió ir a elecciones generales, pensando que mejoraría sus resultados con respecto a los del pasado 28 de abril, sino desde el mismo momento en que planteó una moción de censura, apoyado en unos socios dudosos, cuando no directamente peligrosos, para la estabilidad de España.

Pero no voy a analizar los resultados de estas últimas elecciones en nuestro país, sino que voy a intentar trazar una comparativa de lo que han votado los ilicitanos en los diferentes comicios celebrados este mismo año, que no han sido pocos, e intentaré extraer algunas conclusiones que puede que resulten interesantes o, al menos, chocantes.

El primer dato relevante surge cuando establecemos una comparativa, que siempre hay que tomar cum grano salis entre los resultados de las elecciones generales del pasado 28 de abril y las municipales que se celebraron justo un mes después, el 26 de mayo. En esas elecciones generales, el PSOE obtuvo en Elche 36.918 votos, el 29,01%; la segundo fuerza fue Cs, con 25.569 sufragios y un porcentaje del 20,09% ; muy cerca quedó el PP, con 24.814 papeletas y el 19,50%. Con menos apoyos, pero un número considerable de electores, les siguieron Podemos (16.775 y 13,18%) y Vox (16.576 y 13,03%). Muy rezagado se situó Compromís, con 2.737 votos y el 2,15%.

Con esas cifras, el centro derecha se las prometía muy felices, pues una extrapolación de los guarismos les hubiera permitido alcanzar la Alcaldía sin mayor dificultad. Sin embargo, los resultados fueron muy diferentes tan solo un mes después; y no creo que fuera por méritos del partido ganador, aunque si ganó y lo hizo en buena lid, justo sería reconocerle alguno, sino por el demérito del centro derecha, especialmente de Cs. La victoria del PSOE fue irrefutable (37.531 votos y el 36,79%), mientras que el PP salvó los muebles al mejorar los resultados de las generales, aunque de forma pírrica (28.135 votos y el 27,71%); Cs se hundió hasta los 8.950 votos y el 8,82% (en las europeas celebradas el mismo día obtuvo, curiosamente, casi el doble de sufragios). Compromís se recuperó algo (6.598 y el 6,50%), mientras que Vox no cumplió las expectativas, aunque entró por primera vez en el Ayuntamiento con 6.024 votos y el 5,93%. Por su parte, Podemos no llegó a superar la barrera del 5%.

Con estos datos llegamos a las generales del pasado domingo, y el comportamiento de los votantes de Elche se movió en la dirección que ha marcado la tendencia a nivel nacional, aunque con alguna peculiaridad. El PSOE fue el primer partido, pero bajando en número de votos y en porcentaje respecto de las anteriores generales (34.510 y 28'68%). El PP vuelve a ser la segunda fuerza política de la ciudad (29.394 y 24'43%); pero Vox se convierte con rotundidad en la tercera (24.954 y 20,74%); Podemos vuelve a coger aire, al contrario que en el resto de España (14.202 y 11,80%); Cs se hunde definitivamente, casi calcando los pésimos resultados de las locales (9.985 y 8,30%), mientras que Compromís, en coalición con Errejón, obtiene un resultado casi tan malo como en las anteriores generales en solitario (3.779 y 3'14%).

Otro dato a analizar es el comportamiento de los votantes por secciones censales. El PSOE ganó en sus feudos tradicionales y el PP en el centro y las pedanías; pero Vox se alzó con la victoria en parte de El Toscar, la zona del Martínez Valero, Las Bayas y Torrellano, siendo además segunda fuerza en Carrús, zona centro, Palmerales, San Antón y Plaza Castilla.

La conclusión que extraigo de todo ello es que Vox se está consolidando como un partido más transversal de lo que parece, pues obtiene buenos resultados tanto en feudos tradicionales del PSOE como del PP; que el PSOE tiene un suelo electoral muy firme, pero que el liderazgo de Sánchez le va a impedir crecer; que el PP se ha recuperado relativamente bien, pero que siente el aliento de Vox en la nuca; y que Cs, a pesar de la salida elegante de Albert Rivera, ha caído víctima de la falta de debate dentro del propio partido y de unos dirigentes, sobre todo autonómicos y provinciales, de una talla ínfima para un proyecto que, en otras circunstancias, habría estado llamado a ser decisivo para la gobernabilidad de España.