En el artículo de INFORMACIÓN de 10-11-2019, titulado Justicia climática, el presidente de la Autoridad Portuaria (AP) de Alicante se posiciona como un rendido defensor de la lucha contra el cambio climático como una prioridad no solo ambiental sino también de justicia social.

En su artículo, este político adopta una actitud crítica con el modelo económico dominante, escribiendo: «La estructura de la producción y el modelo de vida desarrollado hacen que la industria contamine, la agricultura contamine, el transporte contamine y las ciudades, o sea los ciudadanos, contaminen», recordándonos que este modelo, insostenible ambientalmente, «alcanzará sus límites en un futuro relativamente cercano», lo que hay que asumir, sostiene, como una realidad que es preciso afrontar. Aunque se muestra escéptico sobre «la auténtica voluntad política con que se plantea» la necesidad del cambio de modelo económico? Cuando se llega a este punto en la lectura del artículo, uno se frota los ojos y vuelve a leer el nombre del autor por si se había equivocado, y no, realmente se trata del presidente de la AP de Alicante. ¿Cómo es posible que con todo lo que ha ocurrido en la ciudad en los último años, y sigue ocurriendo en la actualidad, y que ha afectado, y afecta, de un modo relevante ambiental y socialmente a barrios de esta ciudad desde el conflicto de los graneles, parece que en vías de solución después de años de enfrentamiento, al grave asunto actual del parque de combustibles, el presidente de la AP tenga el descaro de presentarse como un paladín de la sostenibilidad ambiental y la justicia social?

En el tramo final del artículo, el autor reitera con rotundidad sus convicciones ambientalistas: «Hoy, gracias a la investigación científica y a las amplias protestas ciudadanas, particularmente juveniles, la protección del medio ambiente se ha convertido en una preocupación de primer nivel, de forma que los problemas medioambientales y la crisis climática ya no son problema de "estilo de vida", son directamente un problema vital». Y en el último párrafo, insiste en la necesidad de cambio de modelo económico: «En definitiva, aunque no soy optimista, necesitamos, urgentemente, un cambio radical de paradigma económico que sea capaz de asegurar a la población un medio de vida económicamente estable y ambientalmente sostenible».

El presidente de la AP de Alicante tiene una estupenda oportunidad de poner en práctica lo que predica en este artículo, al mismo tiempo que se mostraría coherente con el subtítulo del mismo: «Aprendiendo de nuestros errores», anulando el gran proyecto energético del parque de combustibles que la AP pretende implantar en el puerto con el que, además de traer la inquietud a los barrios del borde portuario, pone a nuestra ciudad a la cola de las ciudades comprometidas con la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.