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Vuelva usted mañana

Escraches

Los meses de agosto, tradicionalmente, venían dominados por la escasez de noticias más allá de las siempre reiteradas y más propias del chisme del uso de edificios o elementos públicos para el goce de los gobernantes. La calma era tal que escribir sobre algo interesante se convertía en una tarea hercúlea.

Termina este agosto de este año aciago con tal carga de noticias que más parece que el verano no haya existido, siendo difícil escoger cada siete días un asunto para desarrollar en las breves líneas que el diario graciosamente me concede. Una causa abierta contra PODEMOS, un PP que se divide por si no era poca ya la fractura en la derecha, un independentismo que ha dejado de ser un frente común ante lo tangible de la política, VOX, callado preparando una moción de censura que servirá, visto lo visto, para ampliar su militancia y electores y, en fin, un PSOE que, con su pasividad y sin esfuerzo, solo pone el cazo que se le va llenando de votantes ante el desierto que va sembrando -por supuesto-, a su alrededor.

Hoy, sin embargo, por despedirnos de agosto y regresar a la vida ordinaria, me quiero referir a otra de las andanzas de los miembros de PODEMOS y su desvarío, que alcanza límites difícilmente coherentes con la racionalidad.

Hemos sabido por la prensa que Iglesias y Montero han tenido que abandonar sus plácidas vacaciones y regresar a Madrid porque, dicen ellos mismos, aunque no parece que sea tampoco cierto, se han visto sometidos a "escraches", que califican ahora como acosos familiares denunciando a quien los protagoniza. Ellos, los creadores de este comportamiento soez, los limitadores de la libertad de expresión en actos académicos, de la censura frente a tantos, los visitadores de los domicilios de los adversarios, también padres, ahora compungidos y querellantes por los mismos hechos que idearon como parte esencial de su "política". Grabadas están las escenas y los discursos legitimadores de sus atentados a esa intimidad, honor y vida familiar que ahora descubren atenta contra esos valores que no quisieron apreciar, antes al contrario, supeditaron a su visceralidad.

Y hoy, merced a sus propias posiciones políticas los "escraches" y el insulto a los políticos son considerados por la jurisprudencia actos propios de la libertad de expresión, se refieran al Rey, a la Iglesia, a los miembros del gobierno, de la oposición o se hagan en redes sociales o ante los domicilios de los afectados.

Pues bien, un tal Gómez Reino, Secretario General de PODEMOS en Galicia y diputado, ante los escraches a Iglesias y con esa displicencia propia de fanáticos, ha afirmado que es intolerable el acoso y el hostigamiento a militantes y ciudadanos de izquierdas y que tales actos deben ser considerados como acosos fascistas, provenientes de la extrema derecha y han de ser perseguidos penalmente.

No tiene rubor alguno quien no ha conseguido ni un solo diputado en las elecciones gallegas en legitimar el ataque a la derecha, causante decía Iglesias de la miseria, razón justificadora para el vicepresidente de los escraches y en deslegitimar toda crítica en la forma por ellos normalizada cuando se dirige a cualquiera que se proclame de izquierdas. La impunidad absoluta de una ideología, frente a las personas y sus actos.

Estas afirmaciones son preocupantes y revelan un mal en este país y época del cual son responsables quienes representan los valores de la derecha y el centro derecha, que han hecho dejación absoluta de su defensa. La izquierda ha logrado imponer su discurso, sus valores, relativos, que se han convertido en lo políticamente correcto que obliga moralmente y, cada día más, penalmente a quien disiente de ellos. Y mientras, la derecha, se ha limitado a gestionar la economía cediendo el elemento esencial que identifica a una sociedad, sus valores, a una izquierda que ha considerado que son los suyos, en exclusiva, los que han de imperar en detrimento de los contrarios. Solo desde esta perspectiva se puede entender que el Sr. Gómez Reino considere que la izquierda ha de ser inmune a la crítica y que la derecha debe soportarla resignadamente por ser culpable en sí misma considerada.

El PP, hora es de decirlo, ha abandonado esa lucha por los valores de nuestra civilización que, sin embargo, siguen rigiendo en la mayoría de la sociedad, ajena a las proclamas y silencios políticos, Y hoy, a la vista está, su discurso es de oposición, de rechazo, sin que sea apreciable en el mismo un conjunto de principios que deben ser y constituir los cimientos de las posiciones políticas si se quiere que tenga entidad para mantener o cambiar el mundo. Hoy no sabemos si el PP es liberal, democristiano o liberal social. Y es esa falta de relevancia del sector democristiano lo que ha dejado a este partido huérfano de un discurso humanista, de responsabilidad personal y social, de logros y fracasos asumidos por cada cual sin apuntarlos a cualquiera. Construir un discurso que recupere las bases ideológicas sobre las que se cimienta la derecha y el centro derecha es obligado y eso no se consigue con oponerse sin ofrecer alternativas o con mantener normas que no responden al modelo de sociedad que ha permanecido en Europa, evolucionando, desde hace siglos y cuyo repuesto no puede ser el relativismo, la opinión basada en la creencia sin formación y la banalización del esfuerzo.

Y eso se manifiesta en todos los órdenes de la vida. Nada es nada sin el alma que le proporcionan los principios que inspiran la sociedad en la que se cree.

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