Sin olvidar el reconocimiento sanitario y el de todos los profesionales que tanto hemos agradecido durante esta crisis, creo que sigue habiendo una figura a la que nadie parece prestarle atención salvo en contados casos de titulares sentenciosos. Me refiero a los investigadores. A esos que trabajan incansablemente con la financiación más que justa, que ven cómo cada paso que consiguen dar se ve manchado por la charlatanería y la conspiración, a aquellos que han visto el pago por su esfuerzo relegado a la vocación, porque el investigador es el único suertudo al que la vocación le llena la nevera. ¿Por qué ese empeño en creer que el único interés de la ciencia es controlarnos a todos? Después de erradicar tantas enfermedades, demostrar la efectividad con hechos, basar su método en la reproducibilidad… ¿qué más tiene que hacer la ciencia para no despertar ese recelo? Lo peor es que a los iluminados que creen haber encontrado el resquicio definitivo de la ciencia sin aportar un solo argumento demostrado se les da casi la misma credibilidad. ¿Cuándo un rumor ha adquirido el mismo o mayor protagonismo que la información probada y contrastada? ¿Cuándo ha dejado de importar el rigor y la integridad frente a la obcecación? Creo que al final la ciencia sigue avanzando pero muchos se han quedado atrás, y si alguna vez se soluciona esta crisis espero que seamos conscientes de que será gracias a la investigación y las vacunas, aunque desde luego hay quien no las merece en absoluto.
