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Faraón Llorens

Podré votar telemáticamente en las elecciones a rectorado de la Universidad de Alicante, ¿no?

Leo en la prensa especializada en tecnología que el confinamiento a causa de la COVID-19 ha acelerado la transformación digital de las organizaciones, avanzando en seis meses lo que nos hubiese llevado seis años. No voy a entrar en si han sido seis años o tres o si simplemente se ha visualizado la transformación que ya estaba en marcha. Lo que está claro es que salimos del despacho de la Universidad un viernes para no volver en seis meses y convertirnos en teleprofesores por obra y gracia del coronavirus. Dimos nuestras clases como pudimos o supimos, evaluamos a nuestros estudiantes y firmamos las actas con sus calificaciones. Y todo ello sin salir de casa, telemáticamente. Y fue posible porque la Universidad de Alicante estaba preparada tecnológicamente, tanto en equipamiento como en personal competente.

El estado de alarma no solo distorsionó el día a día de cada uno de nosotros, sino que también interrumpió determinados procesos puestos en marcha, como las elecciones a rectorado de la Universidad de Alicante. El Consejo de Gobierno del 28 de mayo acordó dejar sin efecto la convocatoria de elecciones y aplazar la nueva convocatoria al período lectivo del curso 2020/2021. Y asumo que la Universidad, tras esta adaptación exprés a la nueva normalidad digitalizada, me permitirá ejercer mi derecho a voto de forma telemática, sin poner en riesgo mi salud con un desplazamiento masivo al campus durante los días en que esté prevista la votación. Procedimentalmente el voto telemático es igual o más seguro que el presencial. Y desde el punto de vista sanitario en esta situación de pandemia es indiscutiblemente mejor. Además, quitaría incertidumbre a su celebración, ya que nadie puede saber cuál será la situación en los próximos meses.

La Universidad de Alicante aprobó en noviembre de 2016 la normativa de voto electrónico. Y tal como dice en su sede electrónica (https://seuelectronica.ua.es), el voto electrónico es un voto ejercido por internet “con una firma digital y una encriptación o cifrado que permiten asegurar la integridad, privacidad y auditabilidad del proceso”. Tras la aprobación de la normativa, la Universidad de Alicante contrató el servicio de voto electrónico en 2017 y desde entonces se han realizado varios procesos electorales utilizando este sistema, entre ellos las elecciones al Decanato de la Facultad de Ciencias de la Salud, con absoluta satisfacción y sin sombra de duda sobre la seguridad del sistema de votación. Otras universidades han recurrido a votaciones del mismo tipo utilizando la misma tecnología que la UA, como es el caso de la UNED, las universidades catalanas y gallegas u otras universidades valencianas. Incluso en nuestro entorno, otras universidades han sido capaces de articular un sistema de voto electrónico partiendo de cero, poniendo en marcha una solución tecnológica ad-hoc en apenas unas pocas semanas. En definitiva, existen varias alternativas ofrecidas por diferentes empresas especializadas, a lo que debemos añadir que la Universidad de Alicante tiene personal de altísimo nivel tecnológico, además de la capacidad y la experiencia para acometer esta tarea con total confianza y en un tiempo mínimo.

La UA dispone de un ecosistema tecnológico de primer nivel, en el que se integran sistemas tan importantes y críticos como el Campus Virtual, la gestión económica de toda la universidad o la gestión académica. El sistema de votación electrónica forma parte de este ecosistema cumpliendo, como no puede ser de otra manera, con todos los parámetros de seguridad, integridad, verificabilidad y anonimato exigibles. Poner en duda el sistema de votación electrónica es tanto como dudar de todo el ecosistema, de todos los actos administrativos que se han venido haciendo desde hace décadas, y de todos los profesionales que hay detrás.

En los últimos años estamos asistiendo a un conjunto de iniciativas promovidas por las diferentes administraciones y las propias universidades de la provincia de Alicante (una de las primeras la propia Cátedra de Transformación Digital que dirijo) que tratan de poner a nuestra provincia en el centro del desarrollo digital. Estoy seguro de que los responsables de todas estas iniciativas coincidirán conmigo en que esta es una oportunidad de visibilizar el potencial de lo digital en un momento en el que las tecnologías se están mostrando como una herramienta eficaz para acercar a las personas cuando la presencia física no es posible.

La comunidad universitaria no entendería que las elecciones al Rectorado de la Universidad de Alicante no se hicieran de forma telemática. Incluso si la situación no empeora, si días antes de la votación alguna persona con la que he estado en contacto (que como profesor son muchas) da positivo en la prueba del coronavirus, tendré que permanecer en cuarentena y no podría desplazarme a la UA a ejercer mi derecho a participar en la elección de la persona que dirigirá la institución en los próximos cuatro años. ¿Se me privará de ese derecho habiendo una solución tecnológica sencilla? Como no me canso de repetir, la transformación digital no es cuestión de tecnología, sino de actitud y cultura organizacional. Y espero que la Universidad de Alicante tenga esa actitud proactiva frente a la tecnología.

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