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Trini Amorós Fillol

Concejala del Grupo Municipal Socialista.

Trini Amorós Fillol

¿Cuánto vale una vida?

No sé ustedes, pero yo de un gobernante -un responsables político en una determinada materia- espero que desempeñe sus funciones con un único objetivo: conseguir lo más conveniente para sus administrados, es decir, para cada uno de nosotros. Y si se trata de cuestiones sanitarias, en las que literalmente nos jugamos la vida, como es el caso de esta maldita pandemia que ya se ha cobrado más de un millón de vidas en todo el mundo, y la han sufrido más de 36 milones de personas espero de ellos que antepongan nuestras vidas a cualquier otra consideración por importante que esta sea. Por tanto, de los responsables de sanidad estatales, autonómicos y locales espero que tomen las medidas necesarias para salvaguardar nuestras vidas.

Y si me he decidido a compartir con ustedes esta obviedad es porque me preocupa el ruido partidista que se está generando entorno a la crisis sanitaria que estamos viviendo en nuestro país.

Adoptar medidas como la limitación de la movilidad de la ciudadanía o la restricción de horarios y aforos para la hostelería conlleva una crisis económica sin precedentes para el sector turístico de nuestro país y por supuesto de nuestra ciudad, pero las soluciones para este sector no han de surgir a cambio de la desprotección sanitaria de las personas, deben exigirse a los responsables políticos de economía y de la política en mayúsculas.

Es la hora de la política y no la del partidismo. Disculpen otra vez -y no garantizo que sea la última- la obviedad, pero es que estoy asistiendo atónita al espectáculo que están protagonizando determinados políticos consiguiendo con ello desconcertarnos únicamente. Y el daño colateral es que nos obligan a rebajar el nivel del discurso y situarnos en lo que es obvio y aplastantemente lógico.

La Presidenta de la Comunidad de Madrid, la Sra. Díaz Ayuso ha declarado que “son los tribunales el verdadero diálogo”. Con o sin permiso de Díaz Ayuso les diré que en mi opinión no puede estar más equivocada. Si los tribunales tienen que dirimir las cuestiones que le dan sentido a la política solo evidencia el rotundo fracaso del diálogo. Debería estar penado intentar sacar rédito partidista de situaciones en que lo que está en juego es la vida de las personas. El valor de nuestros gobernantes se demuestra en los momentos más críticos de una sociedad, no en época de bonanza y esta pandemia nos está dando la altura política de cada uno de ellos. A los responsables de economía y no a los responsables de salvaguardar nuestra salud es a quien debemos pedir que den soluciones a los sectores más castigados por esta crisis. No digo que sea fácil esta cuestión, pero es en el tablero de la política donde han de aportarse las soluciones y alejados de la crispación social.

La Consellera de Sanitat, Ana Barceló, declaró recientemente que si no hay vacuna no ve factible la celebración de las fiestas en la Comunitat Valenciana. ¿Acaso alguien espera una reacción diferente por parte de quien ha de velar por la salud de la ciudadanía valenciana? Lo que me aterraría es que quien ha de anteponer por mi salud a cualquier otra cuestión me dijera que saliera a la calle sin mascarilla a lo Donald Trump.

Con estas medidas, la Consellera responde a mis expectativas sobre lo que espero de una responsable política. Y lo que no entiendo son todas las críticas vertidas a estas declaraciones por personas que se dedican a la política y a quienes deberíamos exigir la misma responsabilidad.

Cuestión diferente es que en lugar de criticar el sentido común se exigieran acciones económicas para que las personas cuyo trabajo depende de sectores profesionales relacionados con la fiesta pudieran afrontar la situación en la que los ha situado la pandemia, pero ni se han planteado esta cuestión y se han limitado a crear ruido.

En el Ayuntamiento de Alicante respecto a esta cuestión adoptamos una serie de acuerdos por unanimidad para atender la difícil situación en la que se encontraban los artistas de hogueras al no celebrarse las Hogueras de 2019. No me cabe duda de que seremos capaces de ponernos de acuerdo por segunda vez -si hiciera falta- para ayudar a los artistas que tanto han aportado a nuestra ciudad. Esa unidad es la que le exijo al gobierno local respecto al autonómico.

Quienes nos dedicamos a la política no podemos rehuir nuestras responsabilidades. Yo formo parte de la oposición al gobierno de la ciudad y como el resto del Grupo Socialista del Ayuntamiento de Alicante les aseguro que jamás seremos un obstáculo en la recuperación social y económica de nuestra ciudad, al contrario, aportamos y aportaremos propuestas, diálogo y seguiremos trabajando en la búsqueda de soluciones a los problemas sanitarios y económicos a los que nos enfrentamos todos los alicantinos y alicantinas.

Lo que sí exigiremos a quienes gobiernan nuestra ciudad es que no se escuden en administraciones superiores para dar respuesta a los problemas de nuestros vecinos, el Ayuntamiento de Alicante tiene competencias que debe y puede ejecutar, como han hecho otros ayuntamientos como por ejemplo aportando soluciones a los problemas que atraviesa quienes se dedican al ocio nocturno.

El sector turístico es el que más está sufriendo las consecuencias económicas de esta pandemia en nuestra ciudad y por supuesto que el Ayuntamiento debe contar con la ayuda de otras administraciones para dar una mejor respuesta, pero debe comenzar a adoptar medidas como la creación de una unidad de mediación económica municipal para el alquiler de los locales turísticos o realizar un censo de locales comerciales, o tantas otras que se expusieron y demandaron en la Comisión de Recuperación de la Ciudad y que después de tres meses del dictamen que aprobamos por unanimidad no se nos ha informado, ni a quienes formamos parte de la corporación ni a los sectores a quienes se pidió colaboración, del grado de cumplimiento de dicho dictamen.

No voy a rehuir responder a la pregunta con la que enuncio esta pequeña reflexión. Una vida simplemente no tiene precio porque cada vida que ha quitado la COVID-19 es irrecuperable y el vacío que nos ha dejado a familiares y amigos nos convierte en víctimas de esta pandemia también. La vida de quienes afortunadamente hemos podido esquivar el virus es incalculable y es nuestra obligación como políticos trabajar incansablemente por alcanzar los acuerdos necesarios para dignificarla como merecemos todos.

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