El pasado 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental y en muchos medios de comunicación se aprovechó la fecha para publicar diferentes reportajes y noticias relacionadas con el tema. Una de las que más impacto generó en redes sociales durante todo el fin de semana y el puente la publicó RTVE y se titulaba Doparse para vivir, en la que se cuenta que más de dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario.

Quienes trabajamos en el ámbito de la salud mental somos testigos del aumento de los problemas emocionales (ansiedad y depresión) en nuestros días. Resulta paradójico que la época con mayor esperanza de vida, mejores condiciones de vida y en general menores dificultades sea también la época donde más insatisfacción y malestar existe de toda nuestra historia como Humanidad. Pero quizás ese es el precio de vivir en la «sociedad del bienestar»: tenemos menos problemas pero a la vez estamos menos preparados para afrontarlos cuando vienen.

Aceptar que los problemas de ansiedad pueden darse también en niños y en adolescentes es una cuestión relativamente joven. ¿Cómo van a tener ansiedad los niños, si su vida es genial? ¿Si no se tienen que enfrentar a las preocupaciones del trabajo, de la economía, del matrimonio? ¿Si su vida consiste en jugar y divertirse? Probablemente a un niño no le afecte la situación global de la economía, pero igual siente pavor por ir al colegio. Un niño no se preocupa probablemente por su relación con las personas del sexo opuesto, pero sí que tienen miedo de fallar en un examen y decepcionar a padres y profesores.

La detección y el abordaje de estos problemas en la infancia son claves, puesto que un problema de ansiedad no resuelto conlleva con una gran probabilidad un problema de ansiedad en la adolescencia y la vida adulta. Yo siempre explico que en la medida en la que el niño crece, su ansiedad crece con él, y con ese crecimiento surgen nuevos focos de ansiedad, nuevos síntomas y nuevos problemas asociados a esta ansiedad. Técnicas que aborden la parte física de la ansiedad como la relajación o la respiración, herramientas de reestructuración de ciertos pensamientos catastrofistas o excesivos y el aprendizaje de estrategias de resolución de problemas pueden ayudar a estos niños y adolescentes a superar su ansiedad presente y prevenir su ansiedad futura.

Dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario. Una cifra que asusta pero que a la vez debe hacernos pensar. ¿Cuántas de estas personas tuvieron síntomas de ansiedad en la infancia y no fueron tratados? ¿A cuántos no se les permitió expresar sus emociones, explicar cómo se sentían y por qué? ¿Cuántos de esos dos millones se hubieran beneficiado de un tratamiento psicológico para no llegar a requerir medicación hoy en día? Aunque solo sea por un día al año, sigamos reivindicando la importancia de la Salud Mental y sobre todo de la prevención y la intervención en las primeras etapas de la vida de las personas.

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