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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Todo eso que nos rodea

Primeras imágenes de Perseverance en Marte.

Las elecciones con trazo indepe me pillaron enfrascado en «El hijo del chófer». Para quien lo dezconozca, la obra gira en torno al desvarío de personalidad en un periodista que marcó el paso de la actualidad catalana en la cabecera radicada en Madrid más influyente durante los primeros compases de la transición con lo que uno no sabe qué pensar al respecto, si que a veces la selección de personal deja mucho que desear o si alrededor de los pilares que venía levantando el pujolismo estaba en el ajo hasta el apuntador. El ejemplar en realidad va sobre esto, sobre la perversión enhebrada por la crème de la crème y resulta tan escalofriante, tan sobrecogedor que, desenmarañar lo que ahí se encuentra tejido, tiene un tocao. En fin, tampoco hace falta que lo jure. Cuando a Alfons Quintá, el susodicho, le insistían en saber por qué había sido el elegido para poner en marcha la tevetrés no tenía empacho en responder que por el temor que albergaban a que contara lo que aún podía contar. El cargamento informativo utilizado como arma de extorsión masiva.

 A fin de vacunarme en alguna medida me sumerjo en la lectura de Naomi Klein, periodista en las antípodas, activista que disecciona lo que tenemos encima como la madre que la parió. Su nueva aportación lleva por título «En llamas» porque «el mundo vive un gran incendio y no lo estamos apagando». Los ganadores para ella del añito que llevamos han sido los bimillonarios de las empresas tecnológicas que han aprovechado la debilidad que ya mostraban el Estado, los hospitales para hacerse con la tajada por la puerta de atrás. Y, luego, las farmaceúticas, claro, cuando lo que hay que buscar, remarca, es cómo asegurar que todos tengamos suficiente para una vida digna propiciada por un crecimiento económico en el que los mercados jugarán su papel, pero no guiándolo. Son tantos y tan imponentes, desde luego, los desafíos que es lógico que nosotros andemos a golpe de rap.

  Y luego hay quienes proclaman que lo que tiene mérito es irse a Marte.

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