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María José Zaragoza Hernández

De la violencia al anarquismo

Nuevo sábado de protestas en Barcelona para pedir la libertad de Pablo Hasel

Una mujer italiana, con antecedentes, ha sido detenida por quemar un furgón de policía, saliendo uno de ellos como una bola de fuego. Nos enfrentamos a los principios del Anarquismo del siglo XXI. A los agitadores profesionales, destructores de calles, comercios y enfrentamientos con la policía. Se les llama violentos, terroristas, antisistema, anticapitalistas o incívicos con tal de esquivar una palabra que define estas acciones. Llamemos a las cosas por su nombre: Anarquismo: “Doctrina que pretende la desaparición del Estado, organismos e instituciones representativas y defiende la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad”. O sea, desestabilizar la Democracia, el Estado de Derecho y la monarquía.

Los cabecillas detenidos por los disturbios provocados éstos últimos días en Madrid y Barcelona, se definen como “antifascistas, anticapitalistas y anarquistas”. Dicen que son unos trescientos y están adiestrados, financiados, apoyados por otras organizaciones internacionales. Su labor consiste en encontrar seguidores, sin importarles la edad, para que, entre la turba, se diluyan. Y utilizan Internet. Estos críos van contra la autoridad, la mayoría con absoluto desconocimiento de lo que hacen, sin saber el riesgo legal al que se exponen siguiendo instrucciones de estos fanáticos incendiarios. Atacan calles, tiendas, mobiliario urbano, bancos, comisarías y a la misma policía. Las calles de Madrid y Barcelona, campos de batalla y visiones bélicas.

Nos preguntamos si estos chavales saben de dónde vienen estos movimientos radicales. Desde la Revolución Industrial nacida en Londres en el siglo XVIII, la incorporación de las máquinas de producción fue el desencadenante, debido a la precariedad laboral y condiciones en el trabajo. Se comenzó reivindicando sus derechos para un salario justo, tiempo libre, destrucción de máquinas, mejorar a las mujeres y niños pequeños cuya explotación era evidente. De este descontento extremo, nacen en Europa las asociaciones anticapitalistas, capitaneadas por líderes cuya evolución ideológica ha llegado hasta nuestros días.

La Jeune Europe de Mazini en 1834, -el alma de Italia- luchó por la unificación de donde nació y sugiere un país federalista. Pronto siguieron España, Bruselas, Francia y Alemania. Nacen organizaciones sindicales, huelgas, protestas, pancartas. Aparecen en escena radicales violentos, agitadores, adoctrinando a la clase obrera y enfrentándose contra el proletariado y patronos. En diez años, van surgiendo organizaciones, cumbres, congresos, conferencias, líderes, cada cual con su forma de ver las cosas. Trabajadores franceses e ingleses hacen frente común y después de varias reuniones donde intervienen Guillaume (contrario a Marx, y éste proscrito, según Annie Kriegel), sería quien guiara las posteriores formaciones obreras.

Tolain (Prodhoniano) en 1865/66, propone la emancipación obrera y no a las huelgas o revoluciones. La actividad de las Internacionales obreras (AIT), son imparables, hasta que aparece en escena Bakunin, anarquista radical, que rompe con todos los acuerdos y orden existente.

Bakunin se une a Fanelli, su discípulo, que tendrá mucho que ver con España. Empieza a emerger el bakuninismo: Ateísmo, igualdad política, económica y social; abolición de las herencias (por la igualdad de oportunidades) y de Estado. En 1869 Giuseppe Fanelli, italiano, dirige los dispositivos de Madrid y Barcelona. El socialismo italiano se desvincula del anarquismo.

Les preguntaría si saben algo de la Federación Jurasiana, o quien era Louis Auguste Blanqui, defensor de la insurrección armada, no a la conquista del poder, sino a su destrucción. Les preguntaría quién fue Anselmo Lorenzo, abuelo del anarquismo. Qué saben de la Semana sangrienta en París. ¿Sois de izquierdas? ¿Cuál de ellas? ¿Radical, donde las instituciones se destruyen o de los que dicen que los hijos son del Estado?

Nuestro entorno, no es igual que hace más de un siglo, pero sus actos reivindicativos, sí. Las máquinas se han cambiado por la tecnología y ésta, evolucionará hacia los robots. Los Anarquistas encapuchado piensan que les hemos robado la Libertad. Esos cachorros de universidad y de las calles, adictos al ordenador y consolas, están siguiendo a un puñado de anarquistas, manipulados en lugar de estar estudiando. Los Mossos y antidisturbios no pueden más por falta de directrices. La tibieza de algunos políticos, la soberbia de creerse capacitado para crear una nueva Política o una nueva Sociedad, no va por buen camino. La Democracia debemos cuidarla y mimarla. Pablo Ribadulla Duró, alias Hasèl, con su bárbaro historial, no ha sido el fin, sino el medio.

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