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Francisco Esquivel

La historia interminable

NASA's Mars rover Perseverance takes its first, short drive on the surface of the red planet

Amanezco con la voz de quien ha diseñado para Airbus en nuestro territorio la antena del Perseverance que ha permitido escuchar por primera vez el sonido del Planeta Rojo y la jefa del programa es una física electrónica gracias a cuyo manejo pueden recibirse los datos que emite el chisme. Argumenta que «cada vez es menos noticia que haya mujeres en el mundo de la ciencia» pero esto no es óbice para que los que seguimos en la adolescencia el papel que se les daba en nuestro entorno nos alegre el despertar y nos reconcilie por dentro en la parte correspondiente dado que el desfase persiste. Y para quien no lo vea o no quiera verlo, la prueba está ahí. Es tan marciano, que hemos llegado antes a Marte.

En el subidón por dar con esta científica incide que veníamos de rememorar el tormento sufrido por Nevenka con el pollo de alcalde que se fijó en ella, el fiscal del caso al que apartaron porque también se le fue la mano y la reacción de su propio pueblo, que es uno de tantos. Al igual que con Patria, hemos tenido que ver los episodios al mediodía porque de hacerlo por la noche los fantasmas se ponían las botas. Y ya está bueno lo bueno.

Pero a veces creo que Dios existe al ponérseme delante un grupo, que responde al nombre artístico de Ginebras, y que capta la atención porque arranca afirmando que Tinky Winky, el primer Teletubbie, es feminista y continúa haciendo mención a la uva del Vinalopó. Es que una es de Aspe, otra gallega, la última en llegar gaditana, no falta la madriñela y, sobre la ropa vintage, mueven su corte pelirrojo, verde y así sucesivamente. Frente a la España retorcida ver ahí a estas cuatro estudiantes y currantas, que un buen día quedaron para tocar y que hoy al parecer arrasan con «Ya dormiré cuando muera», transmitir frescura con el desparpajo de sus letras te hacen sentir, junto al testimonio de Ana Olea desde Airbus que, en esta atmósfera, nos dirigimos hacia una dimensión desconocida. Y los reticentes, que espabilen. De una puta vez, abróchense el cinturón.

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