Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Rogelio Fenoll

Realidades paralelas

Una de las vacunas de AstraZeneca

Un día me levanto preocupado por los trombos -aún no aclarados- vinculados a AstraZeneca, y al otro, el temor a enfermar de covid me hace desear esa y todas las vacunas que pudiera inyectarme. Como la santa, hay días que vivo sin vivir en mí. No me he hecho místico, válgame dios, pero el sentido de la vida y de la muerte (y del amor) sobrevuela mi día a día. Como millones de personas, estoy anclado en la incertidumbre y me quedo perplejo cuando escucho y leo a quienes habitan en las certezas absolutas. Esos epidemiólogos de redes dogmáticos que tuvieron su mejor momento en la primera ola y hoy, por agotamiento o vergüenza propia, han replegado mayormente. Y aunque mi capacidad de asombro ha mermado tras un año de pandemia, me quedo en shock al ver a todo un conseller decir que ya estamos en la «etapa poscovid», como aquel mal chiste de «hemos vencido al virus». Que vivimos en contradicciones, paradojas, errores, mentiras, rectificaciones y decisiones incomprensibles es una obviedad, tanto como que parece que no hemos aprendido mucho en un año. Frente a los sanitarios y los científicos empeñados en predicar sensatez, sentido común y salvar vidas, encontramos a los asustados ante el abismo económico y sus propuestas para salvar el país. Unos y otros parecen vivir en mundos ajenos. Siempre hay dos Españas, para todo. Como el juego de la cuerda, en donde cada parte estira de su extremo, mientras ustedes y yo somos el cabo que no sabe en qué lado acabará, según el día.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats