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Miguel Ríos.Javier Salas

MÚSICA | CRÍTICA

Marc Llorente

Gran noche con Miguel

Miguel Ríos / Un largo tiempo

AUDITORIO DE LA DIPUTACIÓN DE ALICANTE

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XXIV edición de Fijazz

Publicó «Canciones de amor para tiempos difíciles» en 1995. Ya ven ahora. En fin, pop-rock y baladas de una noche de verano con ese inconfundible timbre de voz de un Miguel Ríos cercano, familiar, con empuje y compromiso social en sus palabras. Qué noches las de aquellos años. ¡Y qué noche la del viernes!

«Bienvenidos (o benvinguts) al concierto, gracias por estar aquí» a todos los numerosos seguidores del artista granadino, que a sus 77 años sigue «Mientras el cuerpo aguante», como dice uno de sus antiguos temas. El que fue rey del twist, Mike, y el que continúa siendo el rey de los más veteranos cantantes. Los viejos roqueros, sí, nunca mueren.

Tras más de una década sin publicar nada inédito, nuevo álbum bajo el brazo, «Un largo tiempo», que sirve para reencontrar a la ardiente afición que conoce su andadura desde los años 60. Aquel rocanrol de Ríos, o «Memphis-Granada», «Cruce de caminos», «Por San Juan» y «A contra ley». Miguel canta sentado en un taburete, con renovadas ilusiones.

Se retiró, pero el «yonqui de los aplausos» ha vuelto con ímpetu y muchas ganas de volver a ver a los aficionados y cantarles «El blues de la tercera edad» o «La estirpe de Caín», canción que dedica a Samuel Luiz. Y canciones de ayer con el inolvidable sabor de un clásico y de un rebelde, seguramente, con causa. Desfilan «Memorias de la carretera», «El blues del autobús», «La frontera», «Año 2000», «Rocanrol bumerang» o «Todo a pulmón».

Interpreta con su nueva banda The Black Betty Trio, un cuarteto en realidad y Miguel Ríos. Rock acústico y sin batería. El pianista alicantino Luis Prado (creador del grupo Señor Mostaza), la guitarra del compositor José Nortes, el violín de Manu Clavijo y el multinstrumentista Gaby Pérez.

El ADDA vibró y se pudo vivir una gran noche roquera y con trazos de nostalgia y emotividad. Dijo «bye-bye» en su día, aunque no fue el adiós, sino un hasta luego. «Los hombres volverán a ser hermanos», según menciona el «Himno a la alegría». ¡Que no pare la fiesta, Miguel!            

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