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José Manuel Ponte

Un fresco general procedente del noroeste

Alerta roja por calor

Mientras la inmensa mayoría de habitantes de la península ibérica se asa de calor, en Asturias y en el norte de Galicia la temperatura máxima apenas rebasa un poco los 20 grados. Una delicia en comparación con el resto del territorio donde hemos visto dispararse el mercurio de los termómetros hasta rozar los 50 grados, que ya son mediciones de nivel africano. Los que veraneamos en esta franja verde (¡y fresca!) del noroeste español compadecemos a los conciudadanos que han optado por otros destinos turísticos, pero no podemos hacer nada por ellos excepto recomendarles el uso frecuente del abanico y del botijo, no salir a la calle a mediodía y esperar a que con la fresca se alivie en algo su situación y puedan dormir. Un remedio, este último, muy problemático de aplicar con temperaturas nocturnas que no bajan de los 24 grados en algunos lugares.

El gran escritor y periodista coruñés Wenceslao Fernández Flórez solía pasar el verano en su casa de campo de Cecebre, cerca de la ciudad. Y desde allí, el autor de El bosque animado enviaba a la imprenta unas crónicas, siempre muy divertidas, sobre las ventajas de disfrutar el tiempo del estío en el noroeste, lejos del agobio de Madrid y de “las calores”, que así le llaman en Almería al calor extremo. En una de esas crónicas, decía Fernández Flórez que el Ayuntamiento coruñés había convocado un concurso para premiar al ciudadano que pudiese acreditar haber sudado con la chaqueta puesta un día cualquiera del mes de agosto durante las fiestas. Hasta tal punto era agradable la temperatura. Desconozco por cuánto tiempo podremos resistir en esta esquina del mapa el embate de las cada vez más frecuentes olas de calor y de las previsibles subidas del nivel del mar.

Aunque me temo que vamos a llegar muy tarde a tomar las medidas necesarias para evitarlo. Una amenaza global requeriría también de una respuesta global porque la descarbonización de los procesos industriales y el cambio del modelo energético exigen transformaciones gigantescas que no siempre serán bien recibidas por el conjunto de la población. Ni tampoco por la élite político-financiera que, de momento, lo controla. El último informe del grupo de expertos de la ONU sobre el cambio climático es demoledor y ahora todas las esperanzas pasan por la Cumbre Mundial del Clima a celebrar en Glasgow el próximo mes de noviembre. Claro que, no todos los sectores de opinión aceptan las conclusiones aportadas por los científicos y niegan la veracidad de sus informes.

En España, por ejemplo, un diputado de Vox y catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, Francisco José Contreras, dijo esto: “Los efectos del cambio climático serán mixtos, algunos positivos, otros negativos. Mueren 17 veces más personas de frío que de calor. Que se caliente un poquito el planeta reducirá las muertes por frío”. Y lo dijo muy convencido. Este disparate me trae a la memoria un titular del legendario semanario humorístico La Codorniz, que presumía de burlar ingeniosamente a la censura franquista. “Reina un fresco general procedente del noroeste”. Desde luego, no se refería al clima.

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