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Antonio Ortuño

Marzà me incapacita

El conseller, Vicent Marzà durante una comparecencia en las Cortes

La primera vez que deambulé por los pasillos de un instituto de educación todavía se llamaban INB (Instituto Nacional de Bachillerato). Recuerdo que por esos tiempos había tres grupos o categorías de docentes: los catedráticos, los profesores que tenían plaza en propiedad y los PNN (Profesores No Numerarios). Tuvo que pasar un tiempo hasta que volví a los pasillos, aulas y sala de profesores de otro instituto, ahora ya como docente. Los centros ya se denominaban IES (Instituto de Enseñanza Secundaria), y seguía habiendo prácticamente los mismos grupos de profesores excepto que los PNN habían sido asimilados por el colectivo de interinos. A las puertas de inaugurar el curso académico 2021/22, tendremos que añadir un par de grupos más al colectivo de docentes; habrá catedráticos, definitivos, interinos, y docentes capacitados y no capacitados o incapacitados… para impartir sus clases en valenciano.

El señor Marzà, conseller de Educación valenciano, ha dado el pistoletazo de salida para la puesta en marcha de los proyectos lingüísticos de los centros. Ya saben, esos proyectos que, al menos en la mayoría de los centros educativos de la Vega Baja, serán de implantación progresiva. Este próximo curso toca en primero de la ESO. Los más pequeños del centro tendrán obligatoriamente que recibir la enseñanza de una asignatura troncal en valenciano y luego unas horas de inglés para cumplir con los acuerdos de los proyectos lingüísticos. No seré yo quien le recuerde a nuestro conseller de Educación que los elementos principales de la comunicación son el emisor, el receptor y un canal para hacer llegar el código, para hacer llegar un mensaje en una lengua que los que se comunican puedan entender. Obviamente cuanta mayor riqueza tenga el lenguaje, mayor cantidad de información puede aportar el mensaje. Aún imaginando que tanto los docentes capacitados como nuestros alumnos tengan un valenciano fluido, cosa que dudo, nunca será rico en expresiones, en giros, en segundas explicaciones. No podemos olvidar que para enseñar, para educar, también es necesaria la confianza, la complicidad, la cercanía y la empatía entre docente y alumno. Son esos conceptos abstractos que a veces en tu lengua materna son difíciles de trasmitir; es cuando decimos: “No encuentro las palabras para…”. ¿Te imaginas hacer esta misma labor docente, pero en valenciano? Dicen que “con el tiempo y una caña hasta las verdes caen”. No digo yo que no, que con el paso del tiempo en los institutos de la Vega Baja y solo y únicamente en los centros educativos, se consiga hablar un valenciano tan fluido como lo hacemos en castellano. Pero, ¿cuántas promociones estará dispuesto a sacrificar Vicent Marzà mientras eso llega? Si es que realmente llega.

Yo, el próximo curso en mi centro formaré parte del grupo de docentes incapacitados… para dar mi asignatura en valenciano. Podéis pensar que mi incapacidad… para impartir mi asignatura en valenciano, me la he ganado “a pulso”. Oportunidades he tenido para obtener un título y con él, mi capacidad. Desde cursos de verano intensivos; previo pago, también, había entidades que te aseguraban la titulación en seis meses; siempre hemos tenido los cursos ofertados por los centros de recursos de profesores y otros que ahora no recuerdo. Y aunque de todos es sabido que: “El hábito no hace al monje”, el tener una titulación en valenciano nunca ha sido para mí una prioridad, aun sabiendo las consecuencias que esto podría acarrearme y que ya las llevo sobrellevando unos años. Por ejemplo, sin titulación en valenciano ya no podré pedir traslado dentro de la Comunidad Valenciana, no podré acceder al cuerpo de catedráticos, al próximo año no podré impartir clase en primero de ESO y cuando los proyectos lingüísticos vayan “invadiendo” otros cursos en mi centro, muchos de los incapacitados… para dar clase en valenciano, corremos el peligro de quedarnos sin horas en castellano y que tengamos que abandonar nuestro instituto o colegio y con suerte ser desplazados a otro de la localidad. Con menos suerte igual tienes que ir a uno de tu provincia y ya “con muy mala leche” a cualquier instituto de la Comunidad. Todo está asumido.

Pero dejen que enarbole mi “lanza quijotesca”. Déjenme que siga enseñando todo lo que yo sepa a mis alumnos. Pase lo que pase, necesito usar un lenguaje con el que la comunicación y el entendimiento con mis pupilos sean plenos. Necesito las mejores condiciones, con las mejores herramientas y el mejor sistema de entendimiento entre nosotros. Déjenme la libertad para poder llevar a cabo mi labor docente en la Vega del Segura y para ello necesito el castellano como lengua vehicular. ¡Dios mío!, me acabo de dar cuenta de que siempre seré un incapacitado… para explicar la biología en valenciano. En fin, nadie es perfecto.

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