Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

La desaparición del dinero físico

Un cliente paga en un establecimiento con tarjeta de crédito. Shutterstock

En Berlín uno no puede ya pagar con dinero en metálico al subirse a un autobús. El conductor solo admite el pago con tarjeta o con el teléfono móvil.

Sí es posible todavía adquirir de ese modo un billete en una de las máquinas expendedoras que hay en las estaciones del metro o de los trenes de cercanías.

Dicen que es el rechazo del dinero en efectivo en los autobuses acelera los trámites, pero ¿han pensado acaso las autoridades municipales en las personas que carecen de teléfono o cuenta bancaria?

Muchos organismos públicos solo admiten ya el pago con tarjeta, algo que se justifica también por la necesidad de evitar el contagio del coronavirus. ¿Acaso no infecta el hecho de teclear en una maquinita el número secreto de la tarjeta?

La realidad es que hay un intento deliberado de acabar con el dinero físico. De esos esfuerzos forma parte, por ejemplo, el plan de la Comisión Europea de limitar a 10.000 euros los pagos que podrán hacerse en efectivo en los países de la Unión.

Bruselas lo presenta como un intento de “mejorar la detección de transacciones y actividades sospechosas y cerrar las lagunas que utilizan los delincuentes para blanquear ganancias ilícitas o financiar actividades terroristas a través del sistema financiero”.

En España se ha reducido de 15.000 a 10.000 euros el límite para particulares con domicilio fiscal en otro país mientras que Italia fijó el año pasado el tope en 2.000 euros, que pasará a la mitad el próximo 1 de enero.

Hay países europeos como Suecia donde se utiliza la tarjeta para todo y el pago en metálico ha dejado prácticamente de existir.

Hace ya cinco años que el Banco Central Europeo decidió que se dejaran de fabricar billetes de 500 euros.

Por otro lado, el BCE estudia ya la introducción de un “euro digital” para dentro de unos años, al menos cuatro, según la presidenta de ese organismo, Christine Lagarde.

Se trata de un proyecto coincidente con la tendencia observable en todo el mundo a sustituir el dinero en efectivo por los sistemas digitales de pago: cada vez más personas compran por internet o recurren a plataformas como Paypal .

Están también las divisas alternativas como las “criptomonedas”, que funcionan gracias a una “cadena de bloques”, tecnología que consume enormes cantidades de energía y contribuyen así poderosamente al cambio climático.

Algunos países ´pequeños como Bahamas, han adoptado versiones digitales de sus monedas. Pero es mucho más importante lo que ocurre en China, en algunas de cuyas ciudades se utiliza ya el yuan digital.

Allí existen también aplicaciones populares como Alipay o WeChatPay, esta ultima desarrollada por la multinacional china Tencent y que ofrece servicios de mensajería y llamada gratis, además de un sistema de pago online y otros servicios.

El yuan digital chino es una moneda digital emitida por el banco central y sometida al más estricto control del Estado, que vigila todos los movimientos de los ciudadanos.

Como explica el economista y periodista alemán Jonas Gerding (1), hay muchas cosas que se ignoran aún sobre el futuro funcionamiento del euro digital salvo que el BCE tendrá en todo momento el control sobre la masa monetaria en circulación.

El BCE ha dejado claro que habrá que renunciar al anonimato en nombre de la lucha contra “el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo”, pero también para poder controlar “el número de usuarios”.

El sector financiero alemán ve un peligro en la introducción del euro digital e insiste en la importancia de poner un tope al dinero de ese tipo circulante para evitar que terminen volcándose en él los actuales depósitos bancarios.

Según Fabio Panetta, presidente de grupo de trabajo sobre el euro digital, “la emisión de una moneda a interés cero y sin limitación del acceso a la misma representaría el fin de la política de intereses negativos”.

Panetta propone por ello fijar un tope de por ejemplo 3.000 euros a partir del cual el dinero digital tendría que pagar intereses.

De esa forma, esa moneda perdería atractivo para los ahorradores reacios a colocar dinero en cuentas corrientes o en los productos de inversión que ofrecen los bancos comerciales.

La asociación alemana de bancos sería partidaria de que el dinero digital que superase el tope establecido pasase automáticamente a una cuenta de ahorro.

Parece que nos aproximamos a China a paso acelerado.

  1. Blätter für Deutsche und internationale Politik.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats