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Arancha Luque Peinado

Aquí y ahora

Sí, los puteros pagan lo que el proxeneta pide, y se van a casa con sus mujeres e hijas e hijos, van al trabajo con sus compañeras, acuden a ver a sus madres

Trata, explotación sexual y prostitución van de la mano, y sí, alto y claro digo que desprecio a los hombres

En cualquier lugar, a cualquier hora, cualquier hombre puede convertir sus deseos sexuales en derechos. Para los machos hay disponibles cientos de niñas, niños y mujeres victimas de la trata de personas para ser abusadas por ellos, los puteros.

Las eligen, rusas, orientales, cubanas, negras, lolitas, un amplio muestrario de mujeres objeto son el producto, y se permiten el lujo de pensar que no están violentando, que simplemente es la ley del mercado, ellas se venden y ellos compran.

Las mafias, carroña humana, se benefician de la vulnerabilidad social que desafortunadamente muchas personas padecen. Con promesas ilusorias, y sabiendo que el puro instinto de supervivencia hace que acepten las dudosas ofertas que se les hacen, secuestran, transportan a las víctimas, como carnaza, a lugares en los cuales no tengan ningún asidero para así despojarlas de cualquier vínculo personal, que nadie las pueda ver dignas. Son esclavas del siglo XXI.

Sí, los puteros pagan lo que el proxeneta pide, y se van a casa con sus mujeres e hijas e hijos, van al trabajo con sus compañeras, acuden a ver a sus madres, felicitan el cumpleaños a sus hermanas; y este pago blanquea sus conciencias, y si a alguno le queda algo de pudor se autoengañará, diciéndose a sí mismo que las personas en prostitución ejercen su voluntad y libertad individual. Por supuesto, no pensarán que están doblegadas a un sistema de coacción del que no pueden salir sin poner en riesgo sus vidas o las de sus familias. 

No se reconocen como victimarios, como cómplices necesarios de trata de personas. Ven los barrotes en las ventanas de las habitaciones en las que violentan sexualmente, ven la pubertad en los cuerpos que penetran, ven el miedo en los ojos de las victimas de trata, huelen el asco que les producen, pero violentan igualmente, sus deseos de macho están por encima de los derechos humanas de ellas.

Sin deseo de ambas partes no hay sexo, hay abuso sexual. Y el abuso sexual es un delito ¿por qué no lo es cuándo se comete con personas en prostitución?

Ya somos el olvido que seremos, decía Borges, en el caso de víctimas de trata son olvido. Están desamparadas, abandonadas por las administraciones.

Nuestras sociedades se rigen por la doble moral, se nos llena la boca de decir que debemos respetar los derechos humanos, pero no abolimos la prostitución. Acabar con la trata es un ODS, pero ¿qué se está haciendo para alcanzar dicho objetivo? ¿perseguimos a proxenetas exonerando a puteros?

No me cabe duda alguna de que no todos los hombres son misóginos, muchos son los que no pagarían para comprar a personas, los que entienden que su deseo sexual es esto, un deseo pero que para satisfacerlo precisan de relaciones igualitarias, pero estos hombres deben señalar a quienes sí lo hacen. Que cuenten que el vecino, el profesor de sus hijas e hijos, el hermano, el primo, el colega, el cuñado consumen prostitución y que nos lo cuenten a nosotras, tenemos derecho a saber con quién nos relacionamos. El código de silencio fraternal entre hombres perpetúa la explotación sexual, este código se sustenta en el introyecto de que la casta sexo da privilegios a los hombres.

Trata, explotación sexual y prostitución van de la mano, y sí, alto y claro digo que desprecio a los hombres que consumen personas víctimas de trata en prostittución y no, no los respeto.  

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