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Premios Ig Nobel

Cada año se otorgan los premios llamados Ig Nobel, algo así como una parodia estadounidense del Premio Nobel. Se entregan en el Sanders Theatre, de la Universidad de Harvard, para reconocer los logros de diez grupos de científicos que «primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar», y asisten un buen número de premios nobel verdaderos. Tales premios pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de todos por la ciencia, la medicina, y la tecnología.

Y resulta que investigadores de la Universidad de Valencia han logrado uno. ¿Su trabajo? Analizar las bacterias de los chicles. ¿Cómo lo hicieron? Pues se dedicaron un buen tiempo a recoger muestras de chicles pegados al suelo para analizar las bacterias que contenían. Hasta ahora nunca se había investigado este hábitat, y los científicos se han visto sorprendidos por la variedad de especies bacterianas presentes en los chicles. Y lo han hecho en varios países: España, Francia, Grecia, Turquía y Singapur, constatándose que la flora bacteriana difiere de un país a otro. ¡Toma ya!

Quizá lo segundo más interesante de tal estudio sea la metodología: El único requisito para que las muestras se incluyeran en la investigación de los chicles callejeros era que llevasen al menos tres meses pegados al suelo. ¿Y cómo podían saberlo? Una de las autoras se dedicó a masticar chicles y pegarlos en el suelo para posteriormente analizarlos durante varias semanas para ver cómo iba modificándose la composición de las bacterias. Al principio su composición se asemejaba a la de la cavidad oral, para cambiar progresivamente hacia otras bacterias propias del ambiente, proceso que duraba alrededor de un mes. De esa forma desarrollaron unas gráficas muy precisas que les permitían determinar cuánto tiempo llevaba el chicle pegado al suelo.

Lo sé. Está usted pensando: ¿Qué diantre me está contando este sujeto este domingo tan soleado? O ¿Qué hago yo leyendo esta sarta de tonterías?

Paciencia, querido lector. Vamos a lo práctico, por si no fuera bastante que los investigadores son compatriotas nuestros.

El detectar bacterias bucales durante mucho tiempo, incluso en chicles expuestos al sol durante meses, abre un mundo de posibilidades en el campo forense. Pongamos el caso de un sujeto que ha cometido un crimen y ha tirado un chicle a la calle: Voilá: Puede que no se encuentre su ADN pero podemos encontrar el ADN de sus bacterias en el dichoso chicle, mucho tiempo después.

Además, existe otra posible aplicación práctica apasionante: Los investigadores han cultivado las bacterias y han observado que muchas de ellas son capaces de comerse al propio chicle: Oséase, que se podrían utilizar en programas de descontaminación de los propios chicles por los suelos.

Bueno, bueno, bueno… Ya sé que está usted gozando, querido lector, con estos hallazgos científicos que han supuesto un gran esfuerzo, y esto no es broma. Pero es que la ciencia se comporta así. Y nada es menor en asuntos de conocimiento y curiosidad. Y estos premios no los dan a trabajos menores, en modo alguno.

A ver qué le parecen algunos de los otros premios Ig Nobel concedidos:

En Medicina a la demostración de que el orgasmo puede ser tan efectivo como los fármacos para la descongestión de la nariz y mejorar la respiración nasal hasta una hora después del encuentro.

En Química se ha detectado que el olor del público en el cine es una buena herramienta para clasificar películas, para conocer su género y la edad recomendada para verla. Y revela los niveles de violencia, sexo, comportamiento antisocial, uso de drogas y lenguaje inapropiado en la cinta proyectada.

En Economía ha quedado demostrado que la obesidad de los políticos de un país es un indicador de la corrupción. Según el estudio, Obesity of Politicians and Corruption in Post‐Soviet Countries, las imágenes de 299 ministros de 15 países que formaron parte de la Unión Soviética demuestran que la masa corporal está “altamente relacionada” con indicadores convencionales de corrupción.

Eso ya le ha gustado más, ¿verdad? Y está usted pensando en ese político que conoce que en vez de cinturón parece que lleve un andamio…

Bueno, amigos… esto también en Ciencia, y aunque en ocasiones parezca que haga reír, enseguida induce una reflexión. Pero es Ciencia. Y la Ciencia es lo que hace avanzar al mundo, la que nos ha sacado de las cavernas y la que permite que usted esté leyendo este artículo.

Y en unos momentos en la que algunos desinformados la cuestionan, esta ha sido mi modesta y humorística manera de reivindicarla.

Así que, amigos… ¡Viva la Ciencia!

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