Doña Rosita, anotada
TEATRE ARNICHES DE ALICANTE
** ½
Texto y dirección: Pablo Remón
Producción: Buxman Producciones
Lo que se presenta como «relectura contemporánea», una libre versión del drama «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores» (1935) con el que García Lorca inauguró un nuevo ciclo dramático, es solo un acercamiento a su teatro con una pieza que dispone de identidad propia y que utiliza el gancho lorquiano para atraer más de entrada.
El texto es de Pablo Remón y la acción se cuenta de modo narrativo. La naturalidad de Francesco Carril interactúa con la complicidad del público y dirige sus observaciones. Asume varios papeles y, entre otros detalles, va contando el argumento de la obra original. Una mujer provinciana adquiere promesa de matrimonio con su primo, que emigra a Argentina. Ella espera y conoce que se ha casado allí. El tiempo transcurre y los ideales se resquebrajan.
La correspondencia entre Lorca y Remón sintoniza con la infancia de este último. El deseo y la frustración componen «Doña Rosita, anotada», una tragicomedia dirigida por el propio autor con Buxman Producciones (Madrid). Fernanda Orazi tiene versatilidad y firmeza. Puede ser Rosa o una de las tías solteronas, y Manuela Paso impone también su estampa en el lento desarrollo de una abierta dramaturgia. La interpretación y la inteligente escenografía de Mónica Boromello no conforman un diseño realista.
Se impone la razón a la emotividad, que florece casi al concluir en el Arniches, cuando el autor, a través del actor, recuerda a su madre, maniobra que se aparta del anterior entorno. Las escenas tienen particularidades que se relacionan aunque no se vinculen necesariamente con Lorca. El juego teatral deja claro que se trata de una representación acogida por el trío. Es lo más notable.
El pasado influye en el presente, así como la realidad actual va tejiendo el futuro en un sentido u otro. La soledad, el miedo, la añoranza o el desengaño. Y el espacio sonoro va mejor o peor. Lorca se basó en una prima suya para reproducir el estereotipo de la solterona. Las flores de la juventud se marchitan, y se homenajea a las mujeres con ansias de romper moldes.