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Tomás Mayoral

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Corredor Mediterráneo: 20 años son mucho

Imagen actual de la infraestructura ferroviaria de acceso al puerto de Alicante, la misma de mediados del siglo XX. | ALEX DOMÍNGUEZ F.J.BENITO/l.ballester

Hay que ir a Madrid una vez más para conseguir que algún día nuestros trenes solo pasen por Madrid si van a Madrid. Qué paradoja. El "dumping" no solo es fiscal sino que también es una competencia desleal con el día de la marmota que nos obliga a ir a Madrid, una y otra vez, para protestar por tener que ir a Madrid. Hoy habrá mil empresarios en Ifema que entrarán con decisión en el bucle para seguir luchando por una idea que se llama Corredor Mediterráneo y a la que no van a renunciar ni ellos ni nosotros. A ver si algún día como, apócrifamente, dijo Serrat, de Algeciras a Francia corre un tren que pinta de azul nuestro futuro: no rima pero es un sueño bonito que merece la pena soñar. Han pasado 20 años desde que empezara ese sueño que en el caso de la Comunidad Valenciana debe unirnos al mapa de Europa y coser un raíl interminable que siga al norte y más allá. Un sueño que amenaza pesadilla porque en Madrid, gobierne quien gobierne, no lo ven claro, empeñados en que todos paguen el peaje de pasar por sus dominios. Todo el Mediterráneo sufre esta injusticia. Pero Alicante, como siempre, sufre más. El tramo del Corredor que va hacia el sur desvirtúa una de las acepciones de "corredor" porque no es que no corra, es que ni siquiera anda. La "Huerta de Europa" exporta sobre vías que tienen 70 años. Y, sin embargo, exportamos. Ahí está el tren semanal que va de Alicante a Londres y que más que tren es un heroico símbolo de rebeldía, una armada invencible de vagones que esta vez sí vence contra los elementos. ¿Qué no haríamos si el Corredor hiciera honor a su nombre? Es una causa justa y hay que agradecer que los empresarios no hayan cejado en el empeño. Veinte años son mucho, pero son mucho menos de lo que serían si quien tiene influencia no la hubiera puesto al servicio de esta causa. 

Andrés García Reche visita la provincia donde el organismo del que es vicepresidente ejecutivo, la Agencia Valenciana de Innovación, tiene su sede. Y es noticia. Que venga alguna vez al lugar donde está (solo en teoría) la sede de su chiringuito es noticia. Lo que el teletrabajo ha hecho por este hombre es impagable. Comencemos con este toque surrealista que recuerda aquellos años lejanos donde algún presidente de la Generalitat "visitaba", así lo decía el comunicado oficial que mandaban sus servicios de prensa, Alicante. Uno no va a su casa de visita. Va a su casa. Sin embargo, cuando García Reche visita Alicante, la sede de la AVI, viene de visita. A partir de ahí, saltamos del surrealismo al dadaísmo más puro, Riámonos de Duchamp y su urinario. Una broma, al lado de lo que viene. Durante la visita, le preguntan los molestos moscones de otoño de la Prensa por las dichosas ayudas que tanto premian a Valencia como discriminan a Alicante. García Reche saca al metafísico que lleva dentro y responde: "Vamos a tener que cambiar los criterios porque las universidades de la provincia de Alicante priman la investigación sobre la innovación". De repente, oigo la declaración con acento argentino. Es el llorado Marcos Mundstock quien la entona, engolada, con esa voz de locutor de otros tiempos y con un dulce acento rioplatense: "La investigación primada sobre la innovación, boludos". Debe ser una broma de Les Luthiers. Algo que Mastropiero dijo o Mastropiero hizo o compuso. Pero no. Lo ha dicho García Reche, que ya se va dirección nornordeste con la talega de las ayudas intacta, raudo y veloz, casi alado, mírenlo, a buscar vías de solución para que la próxima vez no se me quejen tanto. Que le vaya bonito, don Andrés. Hasta la próxima... visita. 

 Y una cosa más:

Educación llega a los 5.000 millones de presupuesto en la Comunidad y garantiza, el próximo curso, la enseñanza gratuita para todos los niños de dos años. 24.000 alumnos tendrán plaza en el sistema público, sin coste para sus familias. No empezarán las desigualdades cuando aún no has aprendido que significa igual y que es diferente. La medida dividió ayer a las Cortes por una línea ideológica claramente marcada: los partidos del Botànic la apoyaron y el PP y Vox la denostaron. La educación sigue separando más que unir. 

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Hasta mañana. 

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