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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Intereses opuestos

Imagen de archivo de la fachada de la sede del PP en la calle Génova de Madrid.

El problema está en creer que los intereses particulares de los dirigentes de los partidos coinciden con los de la sociedad en general. No es así casi nunca. De ocurrir lo contrario, de existir, aunque solo fuera de vez en cuando esa coincidencia, la política sería mucho más comprensible para el común de los mortales. Los analistas podrían, a su vez, analizarla como corresponde al compromiso suscrito con los electores y no con la ligereza que habitualmente se esgrime poniendo por delante de la solución de los problemas que reclaman los ciudadanos la astucia con que se tejen ciertas estrategias.

Por ejemplo, el liderazgo disputado en el Partido Popular, de rabiosa actualidad, es una batalla que libran exclusivamente los dirigentes populares y a la que son ajenos los simpatizantes del centroderecha, que veían allanado el camino para apoyar un cambio en España y ahora sienten la frustración de que son sus líderes los que están dispuestos a enterrar cualquier esperanza enfrentándose entre ellos de manera cainita. No es la primera vez que sucede, pero cuando pasa la decepción gana nuevos adeptos. También se extiende la sospecha de que, a esos dirigentes, metidos de hoz y coz en una guerra propia de adolescentes, lo que menos les importa es defraudar el interés o las aspiraciones de quienes votan al partido con tal de no perder sus privilegios personales. Antes que ellos prefieren arrastrar a la organización al descrédito y exponerse a la derrota por culpa de la desunión.

Pedro Sánchez, elogiado en ocasiones por su astucia de superviviente, prefirió en su día traicionar los principios socialdemócratas del PSOE para establecer un liderazgo cesarista y poder pactar con las fuerzas más siniestras, independentistas y antisistema, que le mantienen en la Moncloa a cualquier precio. Ese tipo de astucia, que a veces aflora, puesta al servicio del interés exclusivamente personal, solamente puede rendir beneficios al propio Sánchez. Igual que la guerra del PP únicamente alimenta pasiones y miserias particulares de sus dirigentes.

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