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Tribuna

Expulsión de los mayores de residencias

Rafa Arjones

¿Alguna vez os faltaron prendas de ropa en vuestro armario cuando erais pequeños? ¿Os dejaron sin cambiar el pañal? ¿Os negaron una fruta, una manta, agua? ¿Os quedasteis sin ayuda para comer? ¿Os dijeron que no tenían tiempo para explicaros cariñosa y pacientemente aquello que no comprendíais? ¿Os dejaron de curar las heridas? Es espantoso, pero todo esto les ocurre a los mayores de residencias y nuestra sociedad, podrida, lo consiente.

Nadie planifica, desea, ni espera ser usuario de una residencia pero, cuando ya no le puedes dar a tu familiar las 24 horas que necesita, ni tienes medios para practicarle todos los cuidados que precisa, cuando sobrevives a tus hijos... recurrimos a ellas. Y entonces descubrimos cómo se lucran las empresas de esta necesidad en la que tienen asegurada la plena ocupación y cómo los políticos consienten esa mera economía de escala. Y ese daño moral de la mala gestión y la opacidad de las residencias no afecta sólo al usuario mayor sino a toda su familia durante años, hasta el punto de hacernos cambiar nuestras prioridades vitales y nuestras causas porque sólo nosotros podemos dar fe de la gravedad del tema.

Pero no somos los únicos conocedores de este maltrato institucionalizado, que se ha acentuado exponencialmente con la pandemia. De norte a sur de la Comunidad Valenciana, los trabajadores y trabajadoras de residencias remiten anónimamente a ReCoVa testimonios y fotos espeluznantes que ilustran la gravedad de lo que allí acontece. Las condiciones laborales y salariales del personal de residencias son inasumibles y nunca habrá palabras que expresen suficientemente cómo valoramos la manera en la que se dejan la piel y su alto nivel de ética y valentía al denunciar.

Nuestros políticos saben lo que está pasando en esos campos de concentración de dramas y tristeza, en esos centros de hacinamiento de dependientes. Así se lo transmitimos a Mónica Oltra en la reunión que mantuvimos con ella en Elche en julio y se expone siempre en las reuniones que mantenemos con las Consellerias implicadas. Pero incomprensiblemente se quedan cortos en sus reacciones y normativa.

Ahora estamos padeciendo la Resolución de 14 de septiembre de 2021, imprecisa y abierta para beneplácito de las empresas gestoras. Con ella en la mano, las residencias, por ejemplo, Domus Vi Aljub en Elche, niegan a los familiares el acceso a las habitaciones de los familiares para supervisar el cambio de armario propio de esta estación o comprobar otros detalles del que es su hogar, mientras la directora general de Mayores, Mª José Pérez, aduce no entender esa interpretación restrictiva pero, de momento, no la desmenuza para acabar con esos bloqueos en toda la Comunidad Valenciana al acceso de los familiares a los centros para poder cuidar y asistir a los residentes. Y todo esto, a pesar del contexto sanitario de alta vacunación. Por otro lado, la frecuencia de visitas y salidas queda a merced de los directores de estos centros, y así, los mayores de residencias, quedan expulsados de una sociedad que sí está disfrutando de esa «nueva normalidad» de la que presume la citada Resolución y que es ilusoria.

Y hablando de expulsiones, el Ayuntamiento de Elche expulsó a la Coordinadora de Familiares de Residencias de la Comunidad Valenciana (ReCoVA) del acto homenaje a las víctimas de la pandemia celebrado el pasado miércoles en Elche. No recibir esa invitación fue enormemente doloroso, pero desde luego, no nos desvía de nuestros objetivos que no valoren nuestra lucha y empuje en aras de conseguir el respeto de los derechos de los que nos dieron todo. Ni siquiera hubo una alusión expresa en el discurso del alcalde a los fallecidos en las residencias de Elche. Máxime, cuando, por ejemplo en la Residencia de Altabix de Elche, una de las más castigadas, siguen dándose circunstancias que precisarían de una implicación activa de nuestros políticos locales, ya que siguen con las puertas de emergencia rotas con peligro para su vida o con más de la mitad de radiadores inutilizables, entre otras deficiencias. Pero nosotros, aunque sumemos decepciones, no vamos a consentir que arrinconen, cual Balada de Narayama, a quienes se dedicaron a nosotros en cuerpo y alma.

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