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Marc Llorente

Teatro crítica

Marc Llorente

Misteriosa estética en ‘La muerte y la doncella’

La muerte y la doncella

La mort i la doncella

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

*** ½

Dirección y coreografía: Asun Noales

Producción: Institut Valencià de Cultura

Curiosamente, en el Teatre Arniches de Alicante se ha proyectado un documental sobre el proceso de creación de «La mort i la donzella», el espectáculo de danza contemporánea, galardonado con diversos premios, que hemos visto en el Principal. Un montaje de la coreógrafa ilicitana Asun Noales por encargo del Institut Valencià de Cultura, y un viaje de transformación, desde lo visible a lo invisible.

Es esencial la música de la productora barcelonesa Telemann Rec a partir de la composición romántica del «Cuarteto de cuerda número 14 en re menor», de Schubert, más conocido como «La muerte y la doncella». Un nuevo y mágico horizonte musical o una exploración clásica, electrónica y pop de los creadores Aurora Bauzá y Pere Jou.

Así se enaltecen los ingredientes existenciales que el trabajo dancístico potencia con la noción del paso del tiempo y cómo lo percibimos. La oscuridad y la vida, o la energía constante y sin final. Por ahí transita el misterio de lo que ocurre después de atravesar la lúgubre muralla.

La dirección de Asun Noales, que tiene como asistentes coreográficos a Gustavo Ramírez y Carmela García, quien interviene en el conjunto como protagonista, la asumen los intérpretes-bailarines Alexander Espinoza, Rosanna Freda, Mauricio Pérez, Juliette Jean y Salvador Rocher. Todos los movimientos individuales y colectivos tienen la destreza y el sentimiento que dan forma al propósito.

La belleza plástica del alma en acción genera un lenguaje visual que consigue su mayor interés cuando los cuerpos traspasan ese muro. Una estética con maniobras teatrales que son lo más valioso, condensado y singular de esta representación que atrajo a numerosos espectadores.

El diseño de luces de Juanjo Llorens resalta la escenografía de Luis Crespo. Y ambas cosas refuerzan las emociones que atrapan al público. El asunto, donde conviven el pesimismo y el optimismo, se trasladó al teatro y al cine en los años 90. Ahora, con la rúbrica de Asun Noales, la danza se ocupa felizmente de ello.

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