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Antonio Cuevas

Soy mayor, no idiota

Vejez

Soy mayor, no idiota», se trata de una iniciativa de Carlos San Juan, un médico jubilado de 78 años de edad, que logró el apoyo de más de 600.000 personas, no todas mayores, evidencian que se trataba de una reivindicación muy sentida, muy necesaria. El progreso tecnológico tiene muchas víctimas. Según parece ante las más de 600.000 firmas la banca tomó nota y aceptó un protocolo y la administración tomó nota, el Consejo de Ministros adaptará el proyecto de ley de servicios de Atención al Cliente. Carlos San Juan, desconfiado, pide que una ley proteja a los mayores en su relación con la banca. Los pensionistas son un gran cliente, 10 millones de pensiones que obligatoriamente administran. Lo que se pide no es nada extraordinario, atención personal de nueve a catorce horas. Los mayores, y todos los clientes, se ven obligados a reemplazar a los empleados, porque en los últimos años miles han sido despedidos. En 2008 había en total 46.118 oficinas bancarias, tres años después... 20.421. Es evidente que la atención desmejoró.

En el mundo hay 73 millones de mujeres de más de 65 años y son las más vulnerables. Los bancos, las administraciones, la sociedad en general no debe mirar para otro lado. El progreso debe estar al servicio de las personas. La palabra digital está justificando cualquier desmán. Los mayores se están convirtiendo en activos participativos y viven más de treinta años en relación al siglo veinte y con una mejor calidad de vida, gracias fundamentalmente a los avances de la ciencia y a la salud pública.

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