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Juan Carlos Padilla Estrada

Las crónicas de Don Florentino

Juan Carlos Padilla Estrada

Guerra sucia… como si existiera alguna limpia

Pedro Sánchez visita la base operativa del Grupo Especial de Operaciones (GEO)

600 científicos e investigadores rusos, entre los que se encuentra el Premio Nobel de Física Konstantin Novosiólov, han expresado en una carta abierta su rechazo a la intervención de Ucrania por Rusia. Tachan a la acción rusa de invasión «injusta y francamente insensata». Temen que el aislamiento internacional les impida el desarrollo de su trabajo. «Rusia se ha condenado al aislamiento internacional, a la posición de país paria». Esto significa que los científicos «ya no podremos hacer nuestro trabajo con normalidad: después de todo, realizar investigaciones científicas es impensable sin la plena cooperación con colegas de otros países. El aislamiento de Rusia del mundo significa una mayor degradación cultural y tecnológica de nuestro país en ausencia total de perspectivas positivas. La guerra con Ucrania es un paso a ninguna parte».

Casi al mismo tiempo el jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitry Rogozin, ha realizado una inquietante advertencia: la órbita de la Estación Espacial Internacional (ISS) está controlada por motores rusos. «Si se bloquea la cooperación entre nosotros, ¿quién salvará a la estación espacial de una salida de órbita descontrolada y una caída en Estados Unidos o... en Europa?», ha escrito este sujeto.

Mientras su presidente, el señor Putin, activa la alerta nuclear de sus fuerzas tácticas y estratégicas. ¿Un farol? Nadie a estas alturas puede minimizar esa amenaza.

Lejos de aquellas tierras, estamos asistiendo a declaraciones y puestas en escena auténticamente miserables. Los nacionalistas catalanes se están hartando de comparar la invasión ucraniana con las relaciones entre España y Cataluña.

Si esto no fuera muy serio inspiraría una sonrisa o motivos para ingresar en un psiquiátrico. Pero lamentablemente estos tipejos están utilizando este argumentario para adoctrinar a sus cada vez más descerebrados seguidores. Porque no es posible que nadie en su sano juicio pueda encontrar una mínima similitud entre ambas situaciones.

Otro asunto es el del llamado Grupo de Puebla, que reclama la retirada de las sanciones contra Rusia y condena muy tibiamente la invasión.

Este grupo lo componen líderes de izquierdas al que, entre otros, pertenecen Irene Montero, Adriana Lastra y el inefable Zapatero junto con líderes de izquierda sudamericanos. De forma "cordial" pide a Rusia, EEUU y la Unión Europea que abandonen "la vía de la intervención militar" y también las "sanciones económicas unilaterales" contra Moscú.

¿Y España? Por fin el señor presidente ha comprendido que la irrelevancia no conduce a ningún lado y se ha alineado junto a los países europeos que están colaborando activamente para defender a Ucrania, y eso se hace con armas, no con besos, abrazos y flores.

¡Bien por nuestro presidente! Por una vez aplaudimos su cambio de opinión, en contra de la opinión de sus socios.

Pero, ¿de verdad no podemos ponernos de acuerdo por una vez los humanos en algo? Hay un hecho incontrovertible: Ha habido una agresión a un país soberano. Y eso es intolerable. Pensemos si no, en lo que hubiera sucedido si fuéramos nosotros los agredidos.

Y según la postura que adoptemos los europeos volverá a la rabiosa actualidad la frase con la que Churchill recibió a Chamberlain a su vuelta de los Sudetes: “Entre la guerra y el deshonor, habéis elegido el deshonor, y tendréis la guerra”.

Y no me resisto a concluir con otra frase de este genio del siglo XX, perfectamente aplicable a tantos buenistas como afloran estos días: “Un apaciguador es alguien que espera que el cocodrilo se coma a alguien antes que a él”.

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