En el Día Mundial del Teatro, que este año cae en domingo, las televisiones privadas pasan, como es normal, y la pública, nos regala la grabación de Cinco horas con Mario. Menos da una piedra. Como complemento, un Imprescindible de Lola Herrera ¡repetido de 2017!
Para chequear como está el sector, el pálpito de la actualidad, nos remite a Radio Nacional. Por cierto, al mejor programa, por inclusivo, valiente e integrador, que se emite en la actualidad en todas las emisoras del Estado, No es un día cualquiera, presentado por el insustituible Carles Mesa.
No deja de ser curioso que la televisión matinal de los fines de semana fuese mucho mejor hace cuarenta años que ahora. ¿No me creen? En 1982 podías desayunar viendo a Sandra Sutherland y Rafael Izuzquiza presentando Pista libre, que era un programa dirigido a los jóvenes, donde sin censuras, hablaban de los temas que les concernían. Proyectaban películas para hacer cinefórum con los asistentes. Todo en un tono didáctico a la par que divertido.
En la actualidad, mientras La Primera repite programas de su canal, la programadora de La 2 elige al azar un lote de documentales con los que llegar a la hora de Tendido cero. Lo mismo un sábado te sorprende con aquel del aceite jiennense que dirigió López Linares, que otro te dan cinco capítulos seguidos de una serie de viajes. Sin criterio ninguno.
Mientras la radio continúa siendo el refugio de la palabra, la reflexión y la actualidad, también en el teatro (ahí sigue Daniel Galindo en La Sala), la televisión holgazanea pulsando el botón del piloto automático. Sin que las expectativas que depositamos en el nuevo equipo directivo se hayan cumplido.
