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Rafael Simón Gil

El ocaso de los dioses

Rafael Simón Gil

¡Vista a la derecha, ar!

El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, se ha dirigido este viernes a la ministra de Defensa, Margarita Robles, durante la presentación de su libro: "Convenza usted a sus subordinados de que dejen de espiar", le ha dicho.

No cabe duda de que vivimos tiempos convulsos; desde la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania, una agresión bélica de verdad, con decenas de miles de muertos -niños, mujeres, ancianos-, heridos, crímenes de guerra, violaciones, millones de desplazados, y de la que solo Putin y los rusos son responsables pese a que Ione Belarra y Pablo Iglesias proclamen un manifiesto por la paz sin tan siquiera nombrar al agresor (algo así como si en tiempos del nazismo, arrasada media Europa, deportados a los campos de concentración millones de judíos, pidiéramos la paz sin nombrar al genocida Hitler), de esa guerra, digo, a otras guerras -con permiso de Alfonso- que se libran con vistas a los calendarios electorales más próximos. Léanse las de este domingo en Francia y, con más calma, las elecciones generales que cuando al narcisista de Moncloa le convenga convocará en España. Y es aquí donde los expertos del Estado Mayor de Defensa de la Democracia (EMDD, por sus siglas en español) despliegan sus estrategias no con el fin de que España vaya mejor, no, sino de que sus patronos sigan ocupando el privilegiado palco desde el que observan a los ejércitos enfrentarse en la arena de las urnas acompañados, precisamente, por sus expertos del EMDD. A todos les va la vida en ello: al líder, porque abandonaría la residencia oficial que con tanto mimo decoró su mujer Begoña; y a los expertos, porque podrían perder sus canonjías (por ejemplo, que sus hijos ya no estudien en el extranjero -pese a que defiendan la escuela pública- porque papá o mamá ya no están en el EMDD).

Cuando Pablo Iglesias vino -junto a su ejército de extrema izquierda podemita nacido de las asambleas horizontales- a conquistar el cielo para desalojar de allí a la obscena casta política que se había atrincherado durante decenios para lucrarse y corromper la democracia popular, se rodeó de un Estado Mayor Podemita (EMP, por sus siglas en español) con criterios de igualdad de género, transversalidad, resiliencia, sororidad, cambio climático, empoderamiento, sostenibilidad, limpieza ética (no confundir con limpieza étnica putinesca), estética progrepopulista, minorías abecedarias, o, como dijo la exdirectora del Instituto de la Mujer, Beatriz Gimeno, proponer “la penetración anal de mujeres a hombres”. Y como buen guardián entre el centeno, nuestro Doncel del Mar (léase el Amadís de Gaula interpretado por Artaud y el método Grotowski) premió a Carolina Bescansa con un papel de absoluto liderazgo en Podemos, aunque en la actualidad no sabemos política y orgánicamente dónde descansa; a su expareja Tania Sánchez, a la que conoció en La Tuerka y luego ungió como una de las líderes de la ultraizquierda podemita, caída posteriormente en desgracia podemitaiglesiana; a Dina Bousselham, quien tuvo la inmensa fortuna de asistir a las lisérgicopolíticas clases que impartía nuestro poético tenorio, su antigua asesora, y que tras el caso de la tarjeta Dina dejó la dirección de Podemos Madrid para ser nombrada directora del digital La última Hora, de orientación orientativa; o a Irene Montero, compañera sentimental del compañero Iglesias -hoy ya no-, ministra de Igualdad cuando el compañero Iglesias era vicepresidente de ese mismo gobierno, y ahora preocupada por su futuro político y laboral merced al ascenso fulminante de Yolanda Díaz gracias al diktat de género del guardián entre el centeno.

Todas obedecieron al macho paladín porque todas obtuvieron su reconocido prestigio intelectual y profesional al conocerlo, siendo nombradas para importantes puestos orgánicos o del Gobierno de España. Otra cosa es lo que les ocurrió cuando cayeron en desgracia del Doncel del Mar (volvemos al Amadís). Pero hete aquí que la supremacía varonil de nuestro héroe, su concepto heliocéntrico de sí mismo (ni el Rey Sol lo habría hecho mejor), le impulsó a enfrentarse a otra heroína política sin complejos, Isabel Díaz Ayuso, desplazando a la mujer que estaba destinada a competir en aquellas elecciones por la Comunidad de Madrid, Isa Serra. Vuelve EL (vu-EL-ve). Como verán mis dos admiradas lectoras no estaba Madrid para bromas feministas. Si alguien podía ganar a una mujer, Ayuso, era un hombre, EL, Iglesias. No fue así, y Pablo tuvo que abandonar la primera línea política para acomodarse en el sol mediático empresarial, y “À l´ombre des jeunes filles en fleurs” junto a Proust. EL ya es historia, por eso medita si fue un acierto haber nombrado a Yolanda Díaz su heredera y vicepresidencia del gobierno @sanchezcastejon dado el gusto de Yolanda por “la alta costura” del lujo político, algo prohibido a los podemitas de a pie.

Ahora medita Pedro Antonio Sánchez si ya va siendo hora de laminar a Unidas Podemos y demás socios tachándolos de extremistas; confiar en el Prêt-à-porter de Yolanda cuando aprenda qué es un ERTE; y, finalmente, dar el giro a la derecha de su izquierda demostrando que su querida España puede dormir tranquila porque ha expulsado del tálamo nupcial a quien no le dejaba dormir. Al fin y al cabo, Sánchez también es ambidextro. Aunque no descarten que, tacita a tacita, sombra aquí sombra allá, el PSOE que deje Sánchez tras las elecciones esté mucho más demacrado que cuando lo secuestró. No olviden -no deben olvidar los socialistas que han permanecido mudos y complacientes estos años- que el PSOE perdió en las últimas elecciones, estando en el poder (dato de suma importancia), 800.000 votos. Y en las próximas, según encuestas que no hace Tezanos, la pérdida puede aumentar. ¿Qué será entonces del PSOE? O dicho con más propiedad: ¿Qué será de Sánchez y su innumerable guardia de corps? Si eso ocurriera verán las desafecciones que, como setas otoñales (el otoño del patriarca), prenden en el sanchismo patrio, incluidos medios de comunicación. De ahí su ¡vista a la derecha, ar! A más ver.

(spoiler drapeau) Para quienes se desgañitaban afirmando que Putin no es comunista, recordarles las imágenes del ejército ruso ondeando banderas rojas con la hoz y el martillo en las ciudades ucranianas que han tomado masacrándolas de civiles.  

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