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Juan  Giner Pastor

Cines que el tiempo se llevó

Fiesta del Cine en Alicante

Los días, 3, 4 y 5 de mayo vuelve la “fiesta del cine”, que tras el paréntesis obligado por la pandemia recupera la normalidad perdida, aunque siempre con el temor de que todo vuelva a empeorar si descuidamos la prevención. Por supuesto, como el cine es uno de los elementos culturales más importantes, en homenaje al mismo, quiero recordar los tiempos de los años 50 a 70 del siglo XX en que ‘ir al cine’ era un pasatiempo fundamental para todos, como manifiestan las largas colas que se formaban cada fin de semana para entrar. Porque el cine era lo que permitía a muchos sobreponerse de la gris realidad en aquellos tiempos pretéritos y disfrutar en tecnicolor de otras existencias que parecían muy lejanas.

En aquellos años los cines de estreno en Alicante eran el Avenida, el Ideal y, a veces, el Teatro Principal, estando todos en un reducido y céntrico perímetro urbano: Rambla, Constitución y plaza de Chapí.

El cine Avenida era muy confortable, de gran capacidad y el único con aire acondicionado central, a las butacas de patio y platea se accedía por La Rambla, atravesando un largo vestíbulo, pues la sala del cine lindaba con la calle Bailén, donde estaba el acceso a las localidades del último piso. En este cine se proyectó la primera película estrenada en cinemascope, “La Túnica Sagrada”, de 1953, y otras tan importantes como “El puente sobre el río Kway” o “Ben-Hur”.

El cine Ideal era más reducido y más incómodo, conservando el carácter de su pasado como teatro, incluso con palcos, obligando la instalación del cinemascope a eliminar los más próximos a la pantalla. Su entrada principal para las butacas de patio y platea estaba en lo que hoy se llama avenida de la Constitución. De entre los muchísimos estrenos notables en el Ideal resalto “West Side Story”, y “Sonrisas y lágrimas”. Y al ser el único local que sigue en pie, ¡cuántas propuestas ha habido para reconvertirlo! Las últimas, que recuerde, eran ser una gran clínica dental y otra un hotel de lujo. Pero nada de nada. Desde luego, encontrar solución al estado de ruina lamentable en que se encuentra el Ideal por dentro es una necesidad imperiosa. Y como la iniciativa oficial descarta cualquier tipo de actuación para que el único gran cine que nos quedaba en Alicante se convirtiese en un centro cultural de referencia, tal vez el proyecto de un hotel de lujo pueda ser el mal menor, si no queremos que se pierda inclusive su fachada protegida.

Aunque en otras ciudades ha ocurrido lo mismo con los locales cinematográficos debido a los cambios en las circunstancias del ocio, repasar el triste final de los grandes cines alicantinos podía ser un interesante ejercicio de memoria sociológica en el que la especulación urbanística, las nuevas formas de entretenimiento y las modernas tecnologías se aúnan a otros diferentes factores que motivaron el derribo de cines como el Avenida, el Capitol, el Rialto, el antiguo Monumental (¡ay que crimen fue demoler su artística fachada principal!) y el Monumental que lo sustituyó; mientras que el Arcadia, el Chapí, el Alameda, el Calderón, se convirtieron en superficies comerciales. Y así, ahora en los recintos donde antaño podíamos fantasear con la magia del séptimo arte es posible adquirir ropa, detergente, conservas, fruta, bebidas o alimentos congelados. El último gran cine del centro que sucumbe es el Navas, que está reconvirtiéndose en un restaurante. Solo permanecen activas las tres salas de los Ana, en la calle Pascual Pérez. Porque los multicines Panoramis tampoco existen ya.

También desaparecieron los diferentes cines de verano en los que durante mi infancia tan grato era pasar las veladas de canícula estival: de estreno era el Iris Park, en la calle Pascual Pérez esquina a Ángel Lozano, un extenso local elevado donde en invierno se instalaban teatros ambulantes. Casi enfrente, también en Ángel Lozano, había en verano el Casablanca, sobre el que se edificó el cine cerrado, derribado para construir el edificio que ahora tiene en sus bajos una clínica oftalmológica. En la calle Vicente Inglada estaba el Cinema Río, largo y estrecho, que dio paso al Carlos III, cine cerrado de estreno, con entrada además por la calle San Vicente. Durante algunos veranos funcionó en la calle Gravina el cine Rex, allí se estrenó “Los Diez Mandamientos”, la espectacular película dirigida en 1956 por Cecil B. DeMille. Hasta la plaza de toros se aprovechaba como cine de verano.

Pero nuevas formas de vida y de diversión arrasaron, y no solo en Alicante, todos aquellos cines urbanos, para ser sustituidos, siguiendo modas foráneas, por multicines en los centros comerciales del extrarradio, únicos, con los Ana, donde podemos disfrutar las novedades cinematográficas en una gran pantalla, algo que ahora ya parece también lamentablemente cada vez menos de moda. 

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