Novelda ha sufrido recientemente un profundo proceso de transformación urbanística que afecta a sus periferias. La tradicional ciudad compacta se ha transformado en un espacio disperso, discontinuo y fragmentado.

En este modelo de ciudad confluyen dos lógicas espaciales contradictorias: la lógica de la concentración y la lógica de la dispersión. La globalización produce nuevas transformaciones sociales y culturales que se identifican por la proliferación del uso del automóvil privado y por los procesos de dispersión y expansión que generan un nuevo tipo de ciudad a la que llamamos “dispersa”.

En nuestra ciudad actual, el debate sobre el espacio público, su definición, configuración, usos, significados y su relación con los procesos y formas de gobierno, políticos y económicos, debería ser ineludible si hacemos la reflexión colectiva sobre el modelo de ciudad donde nos gustaría vivir. Alguien dijo que no existe modelo de ciudad sino una ideología aplicada, o una determinada forma de gobierno.

Hay que resaltar que, en la localización de los equipamientos comerciales se encuentra el origen de muchos de los grandes problemas de nuestras ciudades: elevada densidad de tráfico, segregación espacial, deterioro del centro urbano tradicional, crecimiento incontrolado, etc. Estas nuevas dinámicas del gran cambio ha propiciado que la ciudad se entienda como un mercado de valores con barra libre a recalificaciones a la carta, en ausencia de una gestión pública responsable.

Como consecuencia, surgen los megaproyectos y grandes superficies comerciales como manifestación de poder y de pujanza local, ponderando el éxito de la atracción de inversiones. En este proceso, las políticas urbanas abandonan sus verdaderos objetivos –la vivienda pública, el espacio público, y la participación pública-

En Novelda, el proceso de adaptación urbanística al modelo neoliberal se ha adueñado del gobierno local propiciando –con manifiesta satisfacción- políticas de grandes hipermercados. De hecho, el Ayuntamiento acaba de aprobar –encubiertamente- una Modificación de las Normas Urbanísticas vigentes, para permitir -donde antes no se permitía- nuevas grandes superficies en otra zona periférica de la ciudad, con superficies de hasta 600m2. de la zona de ventas. Una espiral sin fin.

Las nuevas catedrales del consumo, enseñoreadas como bloque socioeconómico hegemónico, tienen suficiente capacidad para presionar al poder y seguir ostentando el control del viejo y conocido proceso inacabable de las políticas neoliberales sin vislumbrarse un final… pero ¡no hay final!... y seguirán las recetas clásicas de nuevas ocupaciones de suelo y nuevas Modificaciones de nuestros Planes Urbanísticos. Y mientras tanto, las “playas de aparcamientos” sustituyen nuestras viejas aceras. El peatón es un vago recuerdo de aquella vieja ciudad olvidada. El Centro urbano y su comercio se mueren. Los cines desaparecieron… Los teatros se derribaron. La Glorieta se deshace. El Barrio de María Auxiliadora y su gran potencial urbanístico se desecha, y se crean nuevas islas urbanas al otro lado del rio sin continuidad morfológica y desgajadas del centro urbano, lo que suena a inconfesables intereses urbanísticos que propicia el nuevo Plan General… y el Casco Antiguo en ruinas y…

Los solares vacios en el casco urbano, que albergan otra oportunidad y potencialidad edificatoria, ni siquiera se contemplan en un Registro de Solares en cumplimiento obligatorio de su construcción en los plazos que regula la vigente Ley Urbanística Valenciana, evitando nuevas recalificaciones de suelo.

La idea neoliberal se sustenta en la creencia de que los mercados abiertos no se encuentran sometidos a injerencias estatales ni locales, ni a las acciones de sus colectivos sociales, ni a la participación -molesta- de cualquier ciudadano.

La ciudad liberal ejecutada por ideologías socialistas nunca fue prevista por los más avezados urbanistas.

Ya lo dijo Niestzsche: “Las contradicciones reafirman el ser”