Hace unos días el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, Pablo Echenique, criticaba los altos beneficios de las compañías eléctricas y declaraba que: “Si gobernásemos solos, nos estaríamos planteando nacionalizar a estos buitres”. Recientemente en Francia, el ejecutivo de Macron ha manifestado la intención de hacerse con el 100% de la mayor compañía eléctrica francesa, de la que el estado francés ya posee el 84% de su capital. En un momento de crisis energética (entre otras) como el actual, no voy a criticar yo, irredento keynesiano, ni unas ni otras medidas, pues no me cabe la menor duda que se lanzan con el fin ya ayudar a la sociedad, y en este escenario actual las empresas de titularidad pública pueden hacerlo.

Dándole vueltas a las iniciativas de Macron y a las declaraciones de Echenique, me vino a la memoria el general Francisco Franco, quien, para promover el desarrollo de la industria en España, se le ocurrió crear en 1941 el Instituto Nacional de Industria (INI), en un país como el nuestro, que no había pasado por la Revolución Industrial. A este instituto de capital estatal, pertenecieron empresas que siguen existiendo hoy en día, aunque algunas de ellas con otro nombre, tales como la Empresa Nacional Bazán, Astilleros Españoles S.A. (hoy ambas Navantia), Ensidesa (hoy Acerlor-Mittal), Enagás, Endesa, Hunosa, Inespal, Seat, Tabacalera, Iberia, Campsa, Enasa (Pegaso) y otras muchas. Igualmente, la participación de dinero público era mayoritaria en otras tantas empresas como por ejemplo la empresa aeronáutica Casa (99’2%) o Telefónica (79,6%); la mayoría de estas y las anteriores, fueron privatizándose principalmente durante los años noventa. Fue tal la importancia de este conglomerado de industrias públicas, que nuestro país llego a ser la séptima economía del mundo según unos, la novena según otros. Sobre este particular el economista y uno de los padres de nuestra Constitución, Ramón Tamames, explicaba recientemente en una entrevista, que nuestra economía en el periodo de 1961 a 1973, presentaba un crecimiento anual del 7,7% medio acumulativo, que solamente han conseguido China y España.

Tales dimensiones alcanzaron las empresas del INI, que podríamos decir que Franco se hizo con un sector público de tal importancia, que antes que un país aliado de los EEUU, España más bien parecía un país satélite de la extinta Unión Soviética (URSS), dándole así tintes de economía comunista el régimen de este general. Me pregunto si las ministras de Podemos de este gobierno social-comunista, estarán de acuerdo con lo anterior, pues a juzgar por las referidas declaraciones de su portavoz en el Congreso de los Diputados, por ahí le van los tiros al señor Echenique. Aunque ni a este portavoz ni al Gobierno, les voy a pedir que lo mejoren, y tranquilos, tampoco que lo igualen; solamente me conformo con que sigan el pensamiento de alguien tan controvertido como brillante, Antonio Escohotado; quién decía que en cuestiones de riqueza lo importante no es repartirla, sino crearla. Pues bien, pónganse a ello o en otro caso, háganse a un lado y dejen paso.