El dato no debe pasar desapercibido. Por fin vimos balcones llenos en la Rambla. Terrazas con vida. Habitantes asomados al paso de un desfile, integrados en la celebración. Incluso la terraza del inmueble con un montón de gente en actitud interactiva con lo que estaba sucediendo. Quede para los anales: sucedió durante la Marcha del Orgullo del sábado 16 de julio de 2022 y el edificio en cuestión fue uno de nueva creación de apartamentos turísticos que hace esquina con la calle san Isidro.

El sucedido tiene interés puesto que durante los últimos treinta años que como vecino del lugar vengo poniendo el ojo avizor cada que vez pasa un evento por la Rambla por allí no se ha asomado nadie. Y que no digan que sólo existen edificios de oficinas. Ni en los enormes bloques de la plaza de San Cristóbal han salido curiosos a mirar.

Inventarié procesiones de Semana Santa, moros y cristianos del 6 de diciembre cuando se celebraron, manifestaciones del 1 de mayo y otras tantas espontáneas, el Corpus cuando daba la vuelta hasta Méndez Núñez, el paseo de la Virgen del Remedio del 5 de agosto, la Cabalgata de Reyes y, cómo no, los desfiles de Hogueras. Puedo asegurar que, al contrario de lo que ocurre en todos nuestros pueblos, la verticalidad fue nula. No hubo correspondencia entre calle y viviendas.

Por fin, un caluroso día 16 de julio en el que el termómetro del antiguo edificio Prop marcaba 35 grados, un edificio turístico obró el milagro, y decidió convertirse en una extensión de la calzada. La incomunicación entre los balcones y la vía pública se retomó, de manera lúdica, por quienes precisamente no son de aquí. La estampa no parecía corresponder a Alicante.